N o radica el escándalo en que la mujer del presidente del Gobierno registre en sus cuentas bancarias un enteco saldo de 40 euros y 25 céntimos. Asomarse a ese abismo helado de tanto tienes tanto vales suele proporcionar sorpresas. Lo desconcertante de la noticia ... es que su nombre figure en once cuentas diferentes. En la mitad aparece como titular y en el resto como autorizada o representante. Pienso en una actividad bancaria tan incesante y se me antojan los trabajos del tal Hércules como un encargo de jubilado. Y eso que el semidiós tuvo que matar un león, capturar vivo un ciervo o limpiar unos establos, entre otras minucias.

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Once cuentas bancarias. Cada vez que lo escribo siento un vahído, un amago de desvanecimiento como el que padeció nuestro presidente en aquellos cinco días inefables de finales de abril. Me cuesta estar pendiente de mis dos cuentecitas, y eso que ahora puedes hacerlo mientras depones (no en el juzgado), como para estar al día del estado de once cuentas como once soles, con sus ibanes, sus números largos, sus ingresos, sus gastos, sus tarjetas, sus libretas, sus talonarios y sus juegos de sartenes. Demencial.

Begoña es, ahora he caído en la cuenta, la señora esa que agarra el cajero y no lo suelta, venga a actualizar la libreta que parece que está imprimiendo el 'Ulises' versión extendida, el montaje del director. Esa inclinación por el acopio de cuentas corrientes, producto sin duda de una patología que debe movernos a la compasión, es lo llamativo del caso, no que toda una mujer del presidente del Gobierno, directora de un Máster y con una larga trayectoria en el campo de la formación como ella se ha encargado de recordarnos, solo cuente con un saldo de 40 euros y pico (el pico es importante, da para tres gominolas sueltas).

Cada uno es dueño de su economía doméstica y por muy personaje público que sea, no podemos juzgar la limpieza ni la moralidad de una vida por la fría cifra de un saldo bancario. Muchas de esas cuentas tienen un saldo cero y, aunque no se han difundido sus movimientos, no creo andar muy desencaminado si afirmo que Begoña ha decidido guardar su capitalito en casa. Decepcionada con las hirientes comisiones que aplican los bancos, una de ellas de mantenimiento, como si cada seis meses le cambiaran el aceite y los filtros a los billetes, nuestra primera dama ha recurrido al calcetín, al colchón presidencial o a la loseta para tener a buen recaudo sus haberes en metálico.

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La información, lo de esos 40 euros y pico, es cierta pero incompleta, como ha reconocido el propio juez instructor. La realidad, una vez más, nos estropea la noticia. Seguro que Begoña tiene más dinero, no somos idiotas. Y si fuera así, si necesita más recursos, que los pida.

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