Esquela anticipada
Qué manía con casarse. Como cantaba el flaco, con dos en una cama sobran testigos, cura y juez
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:57
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Manuel Pedreira Romero
Viernes, 21 de marzo 2025, 23:57
Sobrecoge leer que un juzgado de Granada investiga a un hombre por estar casado dos veces. No con la misma mujer, que eso ya lo ... hizo Richard Burton con la Taylor en Hollywood y aquí Pepe Sancho con María Jiménez, sino que lo investiga por estar casado con dos mujeres distintas. La bigamia es uno de esos delitos extravagantes que figuran en el Código Penal vigente en 2025 pero que huelen a naftalina, a justicia de otra época. En un tiempo en que los esfuerzos de jueces y fiscales se concentran en acercarse a la velocidad con la que avanza la ciberdelincuencia, con los hackers muchos cuerpos por delante de las togas y las puñetas, todavía quedan hampones con solera que optan por infringir la ley a la antigua usanza, con el puro en la mano y ávidos de parecerse a Tony Leblanc en 'Los pedigüeños'.
La primera imagen que se ha formado en mi cabeza tras leer el titular era la de un pícaro que había optado por unas nupcias sucesivas con damas de alcurnia para vivir del cuento. O la de un mujeriego irredento y dispuesto a darse el sí quiero con toda la que se le pusiera por delante con tal de no romper el hechizo de la alcoba. Pues no. Si se desciende a la letra pequeña de la noticia, ocurre lo de siempre, que el globo se pincha y el suflé se queda por los suelos.
Nuestro bígamo local ha alegado que la primera boda se celebró en su país de origen, donde se permite estar casado más de una vez al mismo tiempo, y la otra en España. Por ahí ya se empieza a entender todo. Si este hombre en su tierra se puede casar, pongamos, con un equipo de rugby al completo, incluido el balón, o con todas las mujeres que caben en un autobús de dos plantas, lo de casarse con una allí y con otra aquí le habrá parecido de lo más normal, incluso no habrá sido más que una manera de mitigar la añoranza de su paisaje, donde los hombres acumulan esposas como recuas de mulas.
Qué manía con casarse. Como cantaba el flaco, con dos en una cama sobran testigos, cura y juez. No he tenido aún tiempo de casarme y a las pocas bodas que he sido invitado he ido a rastras, deseando olvidar el mal trago mucho antes de llegar a la barra libre. Hay gente a la que le da por casarse con fruición, véase el bígamo, sin reparar en que de una boda salen cuñados, suegras y papeles, muchos papeles, papeles con tinta indeleble donde aparece tu nombre en el macramé de los párrafos con la solemnidad fúnebre de una esquela anticipada.
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