Los premios Goya dejarán en Granada 50 millones de euros. La frase imantó mi mirada y ya no podía pensar en otra cosa. 50 millones de euros. Santo Dios. La de cosas que podría hacer yo con ese dinero. Mi proverbial incapacidad para el cálculo ... matemático me hizo abrigar falsas esperanzas sobre el dinero que, como granadino, me correspondía en el reparto de esos 50 kilos. El primer cociente de la división resultó tan disparatado que mejor me lo callo. Luego empecé a usar los dedos y también aparecía una cifra bastante maja. Más tarde empleé el infalible método de la cuenta de la vieja y, aunque la cantidad resultaba sensiblemente inferior, tampoco iba a hacerle ascos. Y así seguí, con la sonrisa bobalicona que engendra la ignorancia, hasta que me dio por abrir la maldita calculadora del móvil.
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Qué asco de teléfonos. Resultó que si en la provincia somos un millón de granadinos, los Goya nos van a dejar un triste billete de 50 euros por cabeza. Un miserable y enteco billete anaranjado que no da ni para una compra decente en el Mercadona. «¿¡Pero esto qué es!?», preguntó airado Matías Prats en un memorable episodio televisivo. Yo repetí la frase el jueves pero al borde del llanto. No me lo podía creer. Ni siquiera me consolaba pensar que a lo mejor el reparto se hacía solo entre los habitantes de la capital, sede del evento cinematográfico. Ahí mejoraba la suma pero, ¿adónde voy a llegar con 200 euros? ¿a llenar el carro con productos fetén, nada de Hacendado, Bosque Verde y Deliplus? ¿Y para eso hay que organizar una gala de los Goya? La desolación fue máxima. Traté de buscar alivio en la contemplación de la foto de Paco Cuenca y Ana Muñoz examinando arrobados el busto de Goya como si acabasen de ganar el premio al mejor corto de dibujos animados, pero ni así.
Pese a todo, los Goya son un soplo de aire fresco para una ciudad que todavía no ha salido del duelo que supuso la concesión a La Coruña de la sede de la agencia estatal de inteligencia artificial. Aquello fue como arrancarle a una madre el recién nacido de los brazos. Qué digo de los brazos, de la teta. El personal lo está pasando mal. Me consta que los granadinos andan de capa caída, rumiando arrebatos de malafollá y mascando odio. Por eso hay que celebrar lo de los Goya como un milagro. Pero los que echan los números, ya que se los inventan, no sean rácanos y pronostiquen que el evento va a dejar 2.800 millones de euros. ¿Qué más les da?
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