Nico me pidió que lo acompañara a la presentación de la última novela de su padre. A un amigo hay cosas que no se le pueden negar nunca. Puedes hacerte el olvidadizo si te pide dinero o un riñón, pero si su padre presenta novela, ... allí hay que estar. Y allí estuve. Y allí vi a aquel hombre por primera vez en mi vida.

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Fue hace muchos años, en el centro artístico, en Puerta Real. El auditorio era veterano y solícito en los elogios al escritor, pero fue la presencia de aquel hombre la que ahora monopoliza el recuerdo de esa tarde. Y es que entre el público asistente me topé nada más y nada menos que con Michael Caine, un mito del cine. El padre de mi amigo, además de escritor y periodista, había dirigido alguna película de cierto éxito décadas atrás. Mi capacidad de sugestión hizo el resto. Aquel caballero rubio, con un porte inconfundible de lord inglés, era el mismo que había protagonizado 'La huella', 'Hanna y sus hermanas' y otras joyas del celuloide. Y lo tenía a dos metros de distancia, pardiez.

Mi turbación no atendía a razones así que cuando alguien me aseguró que el tal Caine era en realidad un periodista granadino de larga trayectoria no quise creerle. Meses después bajaba por el Zacatín cuando volví a verlo. Decir que me quedé atónito es quedarse corto. Del brazo de Michael Caine caminaba una mujer que acababa de bajarse de un cuadro de Julio Romero de Torres. ¿Qué está pasando aquí?, rumié mientras atravesaba raudo Bibrambla para apretarme un plato de migas en el Provincias. Pero lo peor estaba por llegar. Un par de años después, el enésimo encuentro fortuito con la pareja me dejó al borde de la locura. Me la encontré charlando animadamente, copa de vino mediante,... con mis padres. «Te presento a José Luis y a Maribel, su mujer. Él es periodista, como tú, y Maribel es pianista. Fui compañero de estudios de su hermano y lo conozco desde hace muchos años», me espetó mi padre, ajeno a la zozobra que casi no me dejaba respirar.

Desvanecida la incógnita, que no el hechizo, volví a encontrarme de vez en cuando con José Luis y Maribel, dos seductores fuera del tiempo que revestían de elegancia todo lo que tocaban aunque no hubiese cerca una máquina de escribir o un piano Este agosto que termina entre relámpagos se ha llevado a José Luis Castillo, histórico periodista de Patria e histórico colaborador de IDEAL, fértil en todos los registros y dueño de una prosa más allá de las modas. Queda Maribel y su embrujo. Y queda el recuerdo imborrable de la tarde en la que más cerca estuve nunca de una leyenda del cine.

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