La 'niña lobo' de Málaga no sabe quién es Puigdemont ni conoce su matraca. Tampoco ha oído hablar de Stormy Daniels ni de Motosierra Milei. Doy por sentado que no es accionista del Sabadell y que, por tanto, observa despreocupada la OPA hostil lanzada por ... el BBVA, más o menos con la misma soberana indiferencia con que la observamos el resto del personal, vamos, como si no fuese con nosotros, incautos irresponsables.
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La 'niña lobo' de Málaga ignora los poderes mágicos de la ceja de Ancelotti y cualquier referencia a la peripecia de Álvaro García Ortiz al frente de la Fiscalía General de Moncloa no le da ni frío ni calor. No le preocupa la renovación del CGPJ ni la final de Eurovisión y ni si quiera le inquieta saber que dentro de Óscar Puente podría haber también un ser humano. La 'niña lobo' de Málaga nunca ha visto 'First Dates' pero tampoco, y esta es una carencia que ya se arrastra para siempre, un debate electoral moderado por Manuel Campo Vidal. No ha comido jamás en DiverXO y desconoce que HBO se llama ahora Max.
A la 'niña lobo' de Málaga la han encontrado en un coche debajo de una tonelada de roña. La acompañaba su padre, el hombre que un día decidió apartarla de la sociedad para criarla en un bosque en su país, en Suiza, de donde huyó al verse acorralado por las autoridades hasta que, carretera y manta, terminó en Málaga con una rueda pinchada y la mirada turbia. La 'niña lobo' ha estado internada mes y medio en un centro de menores y la semana pasada fue enviada de vuelta al país de los relojes para ver si, con paciencia, mimos y mucho amor, la ponen en hora.
Hemos perdido una nueva oportunidad de comprobar si lo del 'buen salvaje' es un mito o una realidad, porque al parecer la niña estaba cagaíta de miedo y no sabía ni cruzar una calle con semáforos. Como 'Cocodrilo Dundee' pero sin sombrero. ¿De verdad es posible ya una vida sin Amazon, sin Mercadona, sin Saiko? El hombre de la mirada turbia estaba convencido de que sí, de que la civilización solo podía estropear la piel de su hija, llenarle el cerebro de violencia, malas costumbres y broza, mientras que la vida en el campo, sin semáforos ni bulos, le procuraría una existencia blanca, pura y radiante como las novias de antaño.
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No ha podido ser. El experimento ha terminado. Pasará el tiempo, se impondrá el olvido y la 'niña lobo' será una mujer que recordará con nostalgia aquella fabulosa infancia que nunca vivió de centros comerciales y helados de fresa, cuando el ruido de los columpios se confundía con el estruendo pardo de una manada de osos.
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