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Mayúsculas y minúsculas

De pronto, la fecha de nacimiento dejó de servir. Había que añadirle una letra. Más tarde, una mayúscula. Después, una minúscula también. Luego un símbolo raro

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 10 de noviembre 2023, 21:59

La vida era un pasar plácido con escasas emociones hasta que nuestro año de nacimiento dejó de servir como pin. Durante años fuimos dichosos sin saberlo. Habitábamos el paraíso de las cuatro cifras pero no éramos conscientes y vivíamos como si ese sosiego fuese a ... durar siempre. En un alarde de ingratitud, nos enfadábamos por nimiedades como un despido laboral, una ruptura matrimonial o que nuestros hijos dejarán de hablarnos. Éramos los zombis de la contraseña corta, de la clave sencilla que remitía invariablemente al año en que nacimos. No había olvido posible. Afrontábamos cada contraseña sin la menor inquietud y me consta que había fulanos que abrían los brazos como Bellingham nada más introducir el pin de siempre, el de toda la vida, el del mismo número que luego figuraría tallado en el mármol de nuestra lápida.

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