Un pozo de descrédito

El responsable del Centro de Investigaciones Sociológicas ha comparecido esta semana en el Congreso a petición del PP, un partido consternado por la ausencia total de cariño que una y otra vez le muestra Tezanos, lo que suele ser garantía de triunfo en las urnas… y derrota en las investiduras. El político, sociólogo, escritor y profesor (todas esas cosas ocupaciones tiene, según wikipedia) ofreció unas explicaciones a la altura de lo esperado. A la altura de su estrafalaria trayectoria. No reconoció ningún fallo, no hizo autocrítica alguna, no ofreció ninguna explicación científica del porqué de sus desastrosas predicciones ni justificó por qué la desviación de sus sondeos favorece siempre las expectativas de la izquierda. Bueno, sobre este último asunto aportó una teoría estupefaciente, la de que la sociedad española está escorada hacia ese lado, es decir, que la culpa de todo es nuestra. Si no fuese porque el sueldo de este hombre es muy elevado, su soberbia simplemente movería a la risa, hay que ver el joío abuelo qué cosas tiene, pero está al frente de una institución muy importante en la toma de temperatura social de nuestro país, un institución sumida en un pozo de descrédito del que será muy difícil sacarla.

El CIS tardó nueve meses en preguntar a los españoles qué opinión les merecía la ley de amnistía y, cuando por fin lo hizo, le preguntó solo a los españoles que viven en Cataluña, una estrategia que no tardará en repetir cuando se trate de saber la opinión del personal sobre la nueva financiación catalana, si es que alguna vez alguien llega a saber qué es eso.

Tezanos, seis años en el cargo, es seguramente el ejemplo más sonoro de esa famosa colonización de las instituciones a la que se ha consagrado nuestro presidente, pero desde luego no es el caso más grave. Porque más allá de que la presidencia de la comunidad de mi bloque haya recaído desde la semana pasada en manos de una mujer que me recuerda mucho a Nadia Calviño, resulta intolerable que el martes nombraran como delegado de la clase de mi hija a un tal Miquel Iceta.