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La pregunta en la boca

Sospecho que Pompeyo González ha acarreado toda su vida una honda frustración por su apellido

Manuel Pedreira Romero

Viernes, 17 de mayo 2024, 23:20

Si te llamas Pompeyo, no puedes llevar una vida normal, insulsa y saludable, de esas cuyo único vicio consiste en no beber alcohol y volver a casa cuando cierran los bares. Cuando arrastras el Pompeyo desde la cuna, más pronto o más tarde habrás de ... hacer algo para aparecer en los papeles antes de que tu nombre quede solo como la curiosidad del día en la página de esquelas. Además de presidir carreras de cuádrigas o incendiar ciudades, llamándote así puedes jugar como puntero izquierdo en Rosario Central y nadie se va a escandalizar, así que conviene afilar el ingenio. Las opciones son tan variadas como difusas. Promotor de combates amañados, director de orquesta en apuros, matón sin ínfulas en la Ndrangheta… cualquiera cosa vale. Y si alcanzas una determinada edad y ninguna de esas alternativas cuaja, siempre puedes recurrir al comodín de enviar seis paquetes bomba a diferentes embajadas y al presidente del gobierno de tu país. Eso no falla casi nunca.

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