La almohada de la Moncloa
Manuel Pedreira Romero
Viernes, 26 de abril 2024, 23:15
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Manuel Pedreira Romero
Viernes, 26 de abril 2024, 23:15
Pues chato, tres días y aquí no pasa nada. Me he dado un garbeo por el barrio y todo sigue normal en apariencia. Será eso, en apariencia. Por debajo seguro que corre un río subterráneo de incertidumbre que nos empezó a empapar los pies la ... tarde del miércoles y que pasado mañana nos va a dejar con el agua al cuello, al borde de la asfixia. El personal pone cara de póquer pero a mí no me engaña. La angustia nos muerde el alma, la desazón carcome el ánimo del más pintado pero todos fingimos indiferencia. Uno confiaba en que la carta de Pedro sacudiría nuestras vidas hasta llevarlas al paroxismo en un sentido o el contrario, pero resulta imposible detectar ni la zozobra ni la efervescencia. Es que nos pinchan y no sangramos. Literal. He probado con una señora que paseaba a un caniche al lado de Neptuno. La he abordado con cara de loco, le he preguntado por lo de Pedro y, en vista de que me ha contestado con evasivas, le he dado un tajo con un machete y nada, la mano ha caído al suelo como una cáscara de plátano pero ni una gota de sangre. Confío en que fuese de ortopedia. No me he quedado a comprobarlo.
Espero mucho de Pedro este lunes. No hay frase de la carta, ni palabra, ni signo de puntuación que a estas alturas no haya sido examinado con microscopio. Y para mí es lo de menos. Lo de más es el plazo, estos cinco días, el suspense, la atmósfera de irrealidad que ha conseguido crear con esos tres folios y el anuncio de que el lunes anunciará algo. Ese intervalo nos deja flotando y no precisamente en el aire o en nubes de algodón, sino en el magma de un volcán. La demora, la bomba con temporizador, me trae por desgracia la memoria de tiempos oscuros en los que se anunciaba un plazo de tres días pero no con una dimisión al final, sino con un tiro en la nuca. Pero la carta, el anuncio del anuncio, también despierta recuerdos más frívolos, como cuando Messi, cansado de no ganar nada con Argentina, dijo que se marchaba de la selección, y las carreteras se poblaron con carteles gigantescos y el 'Leo quédate' fue un clamor tan unánime que al futbolista no le quedó más remedio que volver. Queda hoy, queda mañana. Algo habrá que hacer.
El Cordobés se levantó una mañana de febrero y dijo que no toreaba más. Y tenía cien corridas firmadas. A su finca peregrinaron todos los empresarios en fila a pedirle, casi de rodillas, que volviese. El torero dijo que lo consultaría con la almohada. Lo consultó y volvió. Y esa almohada, firmada por todos los empresarios, puede verse en un museo taurino. Pedro ha dado cinco días para que la mitad del país que queda en su lado del muro le firme la almohada de la Moncloa. Puerta grande o enfermería.
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