La verdad es que siempre me ha aburrido el marxismo. Siendo sincero ni siquiera en la carrera estudié a Marx cuando me tocó, con la esperanza de que en el examen no me preguntasen por él. Sin embargo, la otra noche recordé la famosa frase ... del manifiesto comunista, la de un fantasma recorre Europa, solo que en este caso hablamos de lo que denominan «extrema derecha». En Europa se empiezan a recoger los frutos de los disparates y las locuras de la izquierda de este siglo y del maldito multiculturalismo y a eso le llaman derecha radical, cuando no directamente nazis. Desde luego en España la izquierda trampista está encantada con esta polarización, porque la única fórmula de que el caudillo del Pilar sobreviva es que la derecha siga dividiéndose y, a poder ser, con opciones cada vez más excéntricas y autoritarias, donde Vox acabaría siendo desplazado por fantoches como Alvise.
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Precisamente hace unas horas me ha salido la publicidad de un máster universitario sobre políticas de «decrecimiento», es decir, la nueva estafa de ciertas élites progresistas donde te explican que para salvar el planeta hay que ser más pobres. Ser más pobres tú, claro, porque ellos no van a aplicarse el decrecer. De ahí que uno de los motivos de la reacción en gran parte de Europa se produzca por esta basura izquierdista que pretende que la clase trabajadora viva cada vez peor para que así logremos que en verano hagan 30 grados en vez de 35. La subida de los votos a partidos conservadores o de extrema derecha, cada cual lo llame como quiera, obedece a la desesperación de grandes capas sociales que se sienten absolutamente desprotegidas por su sistema democrático y abandonadas en las consecuencias que ellos tienen que sufrir por culpa de las políticas suicidas de ciertos gobernantes.
Lo de España, desde luego, es algo distinto, siguiendo la estela del país desquiciado en el que vivimos desde la irrupción de ese virus totalitario llamado 15-M. Aquí la derecha centrista soplagaitas presentó las elecciones europeas como una especie de sentencia mortal contra el trampismo socialista y, al final, poco cambia respecto a las elecciones del 23-J. Luego saldrá Cuca y el Cuco a contarnos que en España nadie quiere ni a Pedro ni a su mujer y que es urgente convocar elecciones Generales otra vez; pero esto, más bien, obedece al estado de taquicardia política en la que vive el PP desde que Raxoi se quedó compuesto y sin Moncloa cuando ya medio partido popular se repartían los ministerios y las secretarías de Estado.
Siendo grotesco lo del PP, todavía no ha alcanzado el nivel de podredumbre intelectual del PSOE, donde varios de sus portavoces intentan convencernos desde el domingo poco más que el PP ha perdido las elecciones europeas. No seré yo quien apoye ese delirio de que Raxoi ha arrasado en las urnas, pero los resultados del trampismo han sido realmente muy malos, hasta tal punto de que la supervivencia del socialismo se resume a que el bloque de poder antidemocrático y anti español que sostiene a Pedro y a su mujer obtenga un voto más que la suma de la derecha.
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La tentación, sin embargo, viene ahora del nuevo juguete del holding mediático al servicio de Tramp con la consagración de Alvise como el esperpento que llega para ser el Bukele español o una mezcla entre Milei y Bukele. Que nadie se distraiga con este sonajero aturdidor, porque el peligro llegará de ese nuevo plan por la democracia que va a presentarnos el caudillo y que viene acompañado con una «resignificación» del Valle de los Caídos. La insoportable ley de amnistía es algo ya amortizado, aunque Pin y Pons no se enteren todavía, y ahora toca el asalto a lo que queda del sistema judicial, a la libertad de prensa y a los restos tardíos del franquismo. Un fantasma recorre Europa, pero en España un caudillo pretende ahogarnos con su bota.
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