Volver a los 30

«Una de las grandes mentiras más repetidas por los demagogos del baratillo es aquella de el pueblo no se equivoca, que siempre tiene la razón. Y nada más lejos de la realidad. No solamente hay ejemplos de que el pueblo se ha equivocado, sino que sido incluso hasta criminal, como sucedió en la Alemania nazi»

Marcial Vázquez

Politólogo

Jueves, 6 de febrero 2025, 22:57

Leo con tristeza como aparece una entrevista, en el diario oficial del Gobierno trampista, a un superviviente de los campos de concentración nazis, de 99 años, que advierte que todo puede volver a ser como en los años 30. No sé si se refiere al ... antisemitismo disfrazado de apoyo a los derechos humanos de los palestinos que exhibe buena parte de la izquierda del rencor en nuestro país, pero si hay algo que caracteriza al 'progresismo' doctrinario de este siglo es la perversión sin límites de parte del lenguaje y de la totalidad de los buenos sentimientos. Precisamente, estos días se celebra un juicio por delito de odio de una de las tuiteras más famosas del podemismo temprano- barbijaputa- que defiende que sus chistes sobre judíos solo pueden ofender a quien no tenga sentido del humor.

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Una de las grandes mentiras más repetidas por los demagogos del baratillo es aquella de el pueblo no se equivoca, que siempre tiene la razón. Y nada más lejos de la realidad. No solamente hay ejemplos de que el pueblo se ha equivocado, sino que sido incluso hasta criminal, como sucedió en la Alemania nazi. He llegado a la conclusión de que, al final, todas las sociedades tienen los políticos que se merecen, a su imagen y semejanza. Puede existir algún accidente histórico, sin duda, pero en lo lineal del tiempo la historia de cada país refleja el espíritu de quienes lo componen. Por supuesto que Franco murió en la cama porque gran parte de los españoles dormían o tranquilos o resignados con el Caudillo, algo muy distinto, eso sí, a la «extraordinaria placidez» que le evocaba a Mayor Oreja, el monaguillo particular del aznarismo presidencial.

Como decía, nos equivocamos tanto que llegamos a defender o a admirar a auténticos farsantes que solo se dedican a vivir de lo público. Estamos en ese punto en el que solo es político quien no podría dedicarse a otra cosa. Pero quedan algunos que se fingen mediocres para flotar en la nómina del partido. Por desgracia, los malvados no pueden fingir mucho tiempo porque la maldad es genuina. Aun así, todavía queda mucho camino para que Europa o España terminen retrocediendo a los años 30, a pesar de esos relatos interesados de los que se anclan al odio y al rencor como la única manera de sentirse vivos. En los años 30 predominaba más la maldad que la estupidez; a día de hoy casi todo responde a la voluntad de los imbéciles metidos a políticos o a influencers.

Pero la idiotez como motor social también tiene sus riesgos. Ahí tenemos el esperado juicio a Rubiales por su pico a Jenni Hermoso. Un acto totalmente reprochable de un tipo que no ha conocido en su vida la vergüenza, que se ha convertido por parte del feminismo anti-hombres en algo equiparable a un acto terrorista, con la complicidad de muchos medios de comunicación que no buscan la justicia sino la rentabilidad. No es casualidad que después de haber llevado al estrellato a Karla Sofía Gascón hayan decidido hundirla en la miseria al conocer una serie de opiniones que la actriz puso hace años en redes sociales, de clara naturaleza 'ultraderechista', nos cuentan los ministrillos podemitas.

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No hace falta volver a los 30 para destrozar un país o profanar una democracia. No se trata de comparar el horror humano que supuso el nazismo con las dinámicas destructivas que padecemos en este siglo, porque nada, absolutamente nada, es comparable a lo vivido en la Alemania nazi.

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