Una vez terminado el esfuerzo de elegir a los políticos que consideramos que responderán a nuestros intereses, los medios de comunicación se llenan de mapas coloreados, mayoritariamente en azul y rojo, con algún tono verde. Intentan ayudarnos a tener una idea sobre los efectos de ... unas elecciones vividas en medio de un tórrido julio, con la sensación de que valían la pena las variadas complicaciones derivadas de este tiempo. Eso explica las cifras de quienes votaron por correo que fueron casi dos millones y medio, un récord histórico.
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Todos buscaban un resultado contundente para sus siglas, para que no hiciera falta tener que recurrir a pactos vergonzantes o alianzas poco menos que 'contra natura'. Es muy pesado tener que depender de lo que pidan los demás, o de las condiciones que pongan para sus apoyos, nos van a obligar a tragarnos cada día un sapo, o un berrinche, o una equivocación sin remedio, piensan ellos. Sin embargo, nadie ha podido conseguir esa aspiración de la mayoría absoluta, como si la suerte, o el destino de nuestro país nos llevara a regañadientes por un camino difícil y lleno de contratiempos.
Vuelven otra vez las interminables negociaciones, ahora para intentar formar un gobierno que estabilice al país, que mejore la vida de las personas y bla, bla bla… Solo con acuerdos se podría por lo menos intentar que 'alguien' pueda hacerse con los votos o abstenciones que se necesitarían para lograrlo.
Y aquí es donde se abre una gran interrogación que amenaza con lo contrario de lo deseable. El problema es que, como los políticos que nos han caído en suerte han demostrado que sus capacidades para dialogar son bastante limitadas, podemos pensar que va a ser difícil que se pongan de acuerdo en algo. Intentaré explicar dónde veo el mayor escollo.
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Todos hemos visto lo que ha ido sucediendo a lo largo de las dos campañas que hemos tenido en menos de tres meses. Especialmente me refiero a manifestaciones en trazo grueso, acusaciones por los pelos, cuando no cargadas de mentiras que, aunque se repitan machacona y continuamente mente en redes sociales o en mítines subidos de tono para con los adversarios no van a convertirse en verdades.
Esa es la cuestión: que se ha optado por injuriar, cargar de basura, convirtiendo al adversario en enemigo irreconciliable, despreciable, poseedor de todos los defectos y ninguna cualidad. ¿Cómo van a poder sentarse a negociar si han manifestado su encono y hasta su odio, cuando han tenido la ocasión? ¿No se reconoce ninguna buena intención al adversario-enemigo? ¿Todo lo que ha hecho es malo? Difícil va a ser hablar de un futuro en estas condiciones, me temo. Cuando se ha tomado el camino de la visceralidad, no cabe la reflexión sosegada, que es lo que más necesitamos en estos tiempos inciertos. Siento una cierta admiración a los países de nuestro entorno que son capaces de unir a las siglas enfrentadas en partidos antagónicos y elaborar 'grandes', coaliciones que son capaces de cooperar por el bien común de sus países, dejando de lado lo que les separa y fijándose en lo que les une.
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