Tengo que empezar diciendo que este año no iba a traer al artículo de esta columna el tema de la situación de las mujeres, quizá por desmotivación. Que sigan sucediendo las intolerables demostraciones de machismo en todos los ámbitos y en todos los niveles, es ... como para desanimar a cualquiera. Que todavía haya que discutir sobre si se trata de violencia intrafamiliar, como le llamen algunos y lo que es peor, algunas, o violencia, a los malos tratos, muertes a mujeres por el hecho de serlo. Que no encontremos la manera de educar a la ciudadanía desde las escuelas o colegios, que las cifras de los feminicidios sigan tan altas y que cada vez son más jóvenes los maltratadores… Que no vayamos a la raíz de la desigualdad entre hombres y mujeres a todos los efectos y nos quedemos en las tonterías superficiales, que siga habiendo discriminación por razón de género en salarios, puestos de trabajo, en invisibilidad…

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Y encima, el feminismo patrio que solía hacer gala de unidad se ha convertido en una especie de guirigay que ha roto la unidad de tantos años, de casi toda una generación. Y eso que estoy hablando de nuestro país, que dicen que es uno de los mejor posicionados en las escalas que miden los niveles de igualdad, respeto mutuo entre hombres y mujeres. Ya digo, me parece que no solo no avanzamos, sino que vamos para atrás…

Pero he aquí que me he encontrado con una noticia que me ha devuelto la esperanza: las ocho diputaciones andaluzas se han unido para reivindicar los derechos de las mujeres, con mociones concretas, al alimón todos los partidos, salvo los de Vox, que se han abstenido.

Me ha gustado mucho el lema de este año que han elaborado las diputaciones: «Incansables: No pararemos». Así lo dice su manifiesto: «No pararemos de hablar alto y claro para reclamar sin miedo los derechos de las mujeres, de defender el derecho a decidir sobre su cuerpo y su salud sexual y reproductiva, de reivindicar una educación sin estereotipos, hasta eliminar las brechas de género para el acceso a los recursos, hasta conseguir erradicar todo tipo de violencia contra las mujeres, hasta garantizar las mismas condiciones laborales de mujeres y hombres, eliminando la brecha salarial y la segregación horizontal y vertical, hasta lograr un reparto equitativo de los tiempos, fomentando la corresponsabilidad en los cuidados, hasta superar la brecha digital de género y hasta conseguir una sociedad en igualdad real».

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Por si esto fuera poco, el gobierno andaluz ha hecho visibles estos objetivos, con su Unidad de Igualdad de Género, dentro de la Consejería de Justicia, Administración Local y Función Pública, encargada de elaborar políticas, entre ellas un detalle: cláusulas de igualdad en la contratación pública.

No sé si en otras comunidades autónomas se han unido los políticos por la causa de las mujeres, pero deberían imitar el caso andaluz. Hay metas que deberían ser de todos y todas. Nos iría mejor en muchos otros asuntos enquistados que nos afectan. Que cunda el buen ejemplo.

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