De un tiempo a esta parte, aparecen avisos de la Agencia estatal de meteorología y otras de la presencia inminente de una DANA en nuestra atmósfera y se nos avisa de su peligrosidad. Me ha parecido interesante aprender en qué consiste un fenómeno que es ... capaz de inundar zonas más o menos extensas, en poco tiempo, con su consiguiente secuela de destrucción, pérdidas de cosechas y lo que es peor, víctimas humanas.

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El acróstico remite a Depresión Aislada en Niveles Altos de la atmósfera, para entendernos, es decir a unos nueve mil metros de altura. Antes se llamaba gota fría, una denominación que explica todavía menos en qué consiste el fenómeno.

Lo que nos dicen los meteorólogos es bastante inquietante: en niveles altos de la atmósfera se produce un sistema de baja presión o depresión, que se ha separado totalmente de la circulación general, es decir, que va a su antojo. Y estas depresiones «presentan trayectorias erráticas», es decir, que no sabemos exactamente dónde va a descargar ni por cuánto tiempo. Suena como una rebelión que les hace romper la disciplina y el equilibrio, allá arriba, por encima de las nubes.

El peligro se encuentra en que ese aire frío de los niveles altos, en su caída, se encuentra con las temperaturas cálidas, especialmente en la superficie del agua del Mediterráneo. En realidad, lo que sucede es: «Se crea una gran diferencia de temperaturas en las capas atmosféricas: las masas de aire ascienden con facilidad, se saturan de agua con rapidez y de ahí vienen las tormentas y lluvias intensas». Por si esto fuera poco, el Mediterráneo contribuye con su agua cálida tras el verano y con su humedad, que se convierten en lluvias torrenciales, cada vez más frecuentes. Ni que decir tiene que el cambio climático y el calentamiento global están causando que estos fenómenos sean cada vez más frecuentes y más intensos, es decir más dañinos.

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Los científicos están avisando de estos peligros, otra cosa es que les hagamos caso y sobre todo, que las autoridades competentes estén o no cumpliendo su deber de evitar los males que causan estos fenómenos que nos caen desde el cielo, literalmente, en numerosos pueblos y ciudades

Hay mucho que hacer para paliar los efectos de esas trombas de agua que desencadenan las dichosas DANAS. Sin ir más lejos, tener a punto los cauces de los ríos de todo tamaño, sin despreciar los arroyos y los riachuelos, las ramblas que pueden convertirse en ríos de lodo en cuestión de segundos. Da la sensación de que hay una cierta dejadez para tomar medidas que son básicas y sin embargo no se aplican.

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Nuestros meteorólogos ya nos están diciendo que este próximo otoño nos esperan las sorpresas de las dichosas DANAS y los frentes que las acompañan, que ya están avisando.

Que no tengamos que quejarnos otra vez de la falta de previsión de nuestras autoridades, cuando el desastre ya no tenga remedio.

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