Ya que estamos en vísperas del día de los difuntos, resulta oportuno que hablemos de una iniciativa que se está planteando en Granada y otras provincias, en relación con la muerte y cómo abordar ese trance que nos espera a todos los seres humanos, sin ... posibilidad de escapatoria. Se trata de la organización que se titula Derecho a Morir con Dignidad. La idea que preside los trabajos de estos voluntarios es lograr que la muerte digna sea reconocida como un derecho que todos los seres humanos podamos ejercer al final de la vida. Ya existen instrumentos jurídicos como el llamado 'Testamento Vital', que recoge la voluntad de cada persona, no para el reparto de sus bienes, sino cómo afrontar el proceso hacia la inevitable marcha de este mundo.
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Como ya he comentado varias veces en esta columna, me parece muy interesante que se exista un diálogo serio y profundo sobre los aspectos que rodean a la única certeza que tenemos con respecto a nuestras vidas: que más pronto o más tarde, tendrán que terminar. Como dice Borges en su milonga de Manuel Flores: «Manuel Flores va a morir, eso es moneda corriente. Morir es una costumbre que suele tener la gente. (…) Y sin embargo me cuesta decirle adiós a la vida, esa cosa tan de siempre, tan dulce y tan conocida».
Eso es lo que pasa, que nos cuesta aceptar una realidad verdadera y hacemos como si no fuera con nosotros. Hablar de la muerte o pensar cómo quisiéramos pasar ese trance me parece una buena idea en estos tiempos superficiales, de posverdades y bulos por doquier. Como en todo, hay controversias, unos a favor de la eutanasia y otros en contra, por ejemplo. Sin embargo y a pesar de esas discusiones y diferentes maneras de considerar este asunto, las actitudes enfrentadas coinciden en un punto que es muy importante: el rechazo a lo que llaman 'encarnizamiento terapéutico' es decir, la utilización de terapias que no pueden curar al paciente, sino simplemente prolongan su vida en condiciones penosas, lo cual se considera unánimemente que es un atentado a la dignidad de los moribundos.
En medio de esos ruidos, encontrar personas que hablan de la dignidad es interesante, pues es algo que nos debería acompañar durante toda la vida y no sólo a esa hora decisiva. Heidegger decía que el ser en el mundo es un ser para la muerte, y que la actitud debería ser vivir una existencia con los demás, asumiendo la seguridad de la muerte, lo cual nos llevaría a una vida mucho más libre y serena. Saber y recordar que vamos a morir nos ayuda a dar a las cosas y a la vida otra perspectiva de posibilidades. Por otra parte, Edgar Morin, autor de la teoría del pensamiento complejo, a sus 103 años sigue invitándonos a pensar con gran lucidez. Me permito recomendar la lectura de uno de sus libros, titulado 'El hombre y la Muerte', –donde relaciona la biología, la antropología, las concepciones de los hombres primitivos y esta contemporánea «crisis de la muerte», producida por la crisis de la individualidad– se ocupa de las cuestiones antropológicas, históricas, sociológicas, psicológicas, filosóficas y políticas en torno a la inevitable muerte.
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