Ese es el título de su álbum, el primero rockero, publicado allá por 1979, cuando Miguel Ríos todavía no sabía que se iba a convertir en un mito, andando el tiempo. Tampoco lo sabía cuando lo entrevisté a su regreso de Estados Unidos, que siempre ... fue la Meca del genuino rock. Recuerdo que me impresionó lo bien que manejaba el inglés, hasta el punto de hablar en español con un tono gringo. Seguro que no se acordará de aquella conversación en un pub de Recogidas con una joven periodista que empezaba, un poco como él. Recuerdo que mencionaba a una persona que fue algo sí como su guía por aquellos lugares emblemáticos de la música pop, pero no consigo acordarme de su nombre.
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Y aquí lo tenemos, cumplidos los 80, tan joven y tan guapo como siempre, rodeado de sus colegas, sus amigos, sus seguidores y me atrevería a decir, algunos 'sucesores'. Un profeta en su tierra, que es una de las más difíciles, por razones que no llego a comprender. Es como si no fueramos capaces de apoyar a los nuestros y en su lugar practicamos la 'mala follá', que consiste en un cocktail de mala leche, envidia, mezquindad y otros ingredientes variados. Pues en esta tierra que tan mal suele tratar a sus genios, desde tiempos antiguos, he aquí que Miguel ha conseguido el cariño y la admiración de sus paisanos, que su música perdure y siga tan fresca y auténtica como el primer día.
Además, como es y sigue siendo una buena persona, ha compartido esa pasión con las nuevas generaciones sucesivas de músicos pop granadinos, que están llenando los estadios y las plazas de toros, como ocurrió el día en que celebraba sus ochenta años. Allí estaban 'los hijos del rock and roll', pero también los padres y los abuelos, y los nietos, por supuesto. Allí y en la sesión en el Palacio de Congresos charlando con sus amigos del alma: Serrat, Ana Belén, Iñaki Gabilondo, Víctor Manuel y nuestro Miguel, donde mostraron lo que es la amistad por encima de los egos.
Se ha visto que todos nuestros músicos triunfantes tienen un poquito de Miguel Ríos, que es una especie de inspirador, un maestro para muchos de los jóvenes que están iniciando ahora su carrera, en un mundo muy distinto y difícil en ciertos aspectos, pero donde siguen siendo actuales los valores que tiene Miguel a manos llenas. Aunque no me lo imagino dando recomendaciones o consejos, no cabe duda que ha sido y es un buen ejemplo de compromiso con las libertades y con su tierra granadina.
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Pienso que nuestro artista es un buen referente de muchas cosas que hacen falta en estos tiempos convulsos, un ejemplo que por cierto está bastante extendido en el mundo de la música, de todas las músicas y que concierne, especialmente a los mayores: la constatación de que una vocación, que te ha llevado por tantos esfuerzos, triunfos, pero también fracasos no se va acabando con la edad, sino todo lo contrario pues perdura para siempre.
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