Don Mario

Quienes si están manteniendo el tipo son los que se han quedado en Almería en lugar de recorrer otros salones de la corte sevillana, y están dando la cara con riesgo de que, en el cabreo, se escape algún que otro guantazo y se lo lleven ellos en lugar de recibirlo el primero, el viceconsejero. Don Mario la ha, como dicen en mi pueblo, 'cagao' y para evitar que siga el proceso está claro que algún superior debe tirarle de las orejas, aunque lo mismo, porque ahora haya que cambiar, por razones electorales, la dirección de la consejería, como premio se la den -el Cristo de Mena no lo quiera- a este personaje que ha pisoteado a Almería y sus intereses y se ha puesto a romper la baraja, la misma que se ha usado para las obras que su administración ha hecho en otros lugares, y la haya roto precisamente cuando le tocaba el turno a Almería.

Visto lo visto, el próximo destino político de este tipo debe ser la alcaldía de barrio de El Limonar, si es que la ciudadanía del barrio más chic malagueño lo quisiera, claro. Juanma, que te lo digo yo, aunque yo no sea nadie, Mario Muñoz os ha hecho pasar de la esperanza al ridículo en unas semanas y total, por una calderilla de 50 millones que no es nada si lo comparas con lo que dispone tu gobierno en inversiones en otras partes que no son Almería.

Lo que tendrá que hacer Mario es, como sus 'bross', ponerse el traje de currante, calarse la gorra hasta las orejas y subirse las tirantas del mono azul si quiere demostrarnos que en el gobierno del que forma parte, Almería y el resto de provincias andaluzas son de Andalucía, que no hay diferencias ni preferencias y que todas disponen de las mismas armas; que su talante es el mismo para Málaga que para Huelva o Almería y que lo que es válido para el pueblo del señor Muñoz también lo es para el de don Indalo.

Paciencia, paciencia infinita a los negociadores locales que, con profunda vergüenza, han tenido que soportar la incongruencia de este individuo al que afortunadamente parece que alguien ha debido pararle los pies en las últimas horas y al que le viene no grande, sino gigante, el cargo.