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El martillo convertido en cruz

Tribuna ·

Pongamos la esperanza en resurgir, pues limpias miradas suplican regeneración

José García Román

Viernes, 2 de octubre 2020, 23:18

La Cruz de Cuelgamuros ha entrado en una peligrosa espiral de odios y enfrentamientos, desviándose el foco de las cruces en las que sangra una ... ciudadanía desvalida ante la opresión de leyes no precisamente justas. Hay símbolos dignos de respeto, siempre y cuando no se conviertan en imanes de violencia o banales amuletos. La hoz y el martillo –herramientas milenarias de trabajo y diario sudor– fueron transformados en señales de atrocidad y muerte por la tiranía fanática que decía luchar por un proletariado unido. Millones de ajusticiados por el hambre se fueron de este mundo con la sonrisa de mármol asomada a unos huesos descarnados, habiendo borrado de su horizonte promesas de espacios de libertad unos humanos inhumanos, unos revolucionarios reaccionarios, aliados de torturas, sangre y muerte, mostrando sus satánicos instintos en hornos crematorios, campos de exterminio y territorios del horror del Gulag y su «carretera de los huesos» –el cementerio más grande del Planeta– bajo la cual 'descansan' los restos de incalculables presos sin nombre. La esvástica (señal de 'bienestar'), nacida en el neolítico, presente en el mundo religioso, decorativo, esotérico y político, tras 20 años de terror nazi fue desterrada de occidente.

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