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Mascarilla

La Cerradura ·

El hombre se levantó con una ligera sensación de asfixia. Se llevó la mano a la cara: no tenía nada sobre la boca y la nariz. Encendió la radio y se dispuso a hacer sus ejercicios matutinos: PSOE y Podemos habían intentado subir el sueldo de los diputados al mismo tiempo que, en el Gobierno de coalición, negociaban los fondos europeos para la reconstrucción económica del país

Domingo, 25 de octubre 2020, 00:32

El hombre se levantó con una ligera sensación de asfixia. Se llevó la mano a la cara: no tenía nada sobre la boca y la nariz. Encendió la radio y se dispuso a hacer sus ejercicios matutinos: PSOE y Podemos habían intentado subir el sueldo ... de los diputados al mismo tiempo que, en el Gobierno de coalición, negociaban los fondos europeos para la reconstrucción económica del país. «¿Pero no eran socialcomunistas?», pensó. Así los llamaba Vox, que había presentado una moción de censura. La radio reprodujo parte de los insultos que se habían escuchado en el hemiciclo, mientras el hombre se palpaba el cuerpo. «¿Dónde la habré puesto?» Fue a la habitación de su hijo y rozó con los nudillos la puerta antes de abrir una rendija. «¿No ves que estoy conectado?», le espetó desde la cama el adolescente, que sostenía sobre sus rodillas la tableta con la que seguía las clases del instituto. Llevaba cascos. El hombre cerró la puerta y se pasó la mano por la cara de nuevo. «¿Saldrá de ahí algún día?» Después de desayunar y ducharse, la sensación de angustia desapareció un poco. Pero volvió al encender el móvil y leer los mensajes sobre las cifras de contagios. No se desanimó, sin embargo, y se vistió con esmero. Un traje, camisa y corbata, aunque se dejó puestas las zapatillas de estar en casa. Luego fue a su despacho y se sentó ante el ordenador. No dejaba de pasarse la mano por la cara mientras contestaba los mensajes de la oficina y firmaba por la intranet autorizaciones del centro de gastos, aunque no había ningún ingreso. «A este ritmo, cerraremos en un mes», se dijo. ¿Dónde estaría Elena? Dos días antes, al despertarse, descubrió que se había ido. «No puedo más», le había dicho ella la noche anterior. «Me asfixio. ¿Tú no?» Pues claro que se asfixiaba, joder, y sobre todo ahora. Se pasaba una y otra vez la mano por la cara. Estaba claro que su hijo le culpaba por la huida de su madre, y por eso no salía de su habitación, pero ¿qué podía hacer él? En la pantalla del ordenador le saltó una alerta con las últimas noticias. La Junta de Andalucía decretaba el toque de queda para Granada y los pueblos del cinturón. El hombre, hastiado, empezó a desabrocharse el nudo de la corbata, se puso de pie, se quitó el traje. Desnudo, buscó y encontró por fin en el dormitorio la mascarilla. Se la puso, respiró profundamente y salió a la calle.

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