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Mediocre horizonte

La Carrera ·

Hay otra categoría, la de los mediocres silenciosos, aquellos que muestran un perfil bajo para no ser descubiertos

alfredo ybarra

Miércoles, 2 de diciembre 2020, 01:16

Bastante tenemos con la pandemia y su guadaña para que los mediocres sigan a empellones medrando por todos lados. Muy conocido es el refrán que ... refiere que a río revuelto, ganancia de pescadores, y los mediocres saben como nadie pescar en esas aguas. Confieso que me preocupa contemplar cómo se afianza la mediocridad en nuestro país en prácticamente todo; con mediocres que se sitúan con astucia en las cotas de poder. El mediocre es alguien oscuro, de poco o ningún mérito, que aparenta sobrada capacidad y solemnidad, que se disfraza para ocultar sus insuficiencias. Utiliza toda la retórica grandilocuente que puede, envuelta en banalidad. Lo que se le da mejor a un mediocre es reconocer a otras personas de la misma índole. Así, juntas, nadie destaca dejando fuera de juego a los otros mediocres. De este modo, el clan se hace un muro poco franqueable para intrusos, y poco a poco irá añadiendo mediocres a sus filas. Son unos hachas adulando en el momento oportuno; saben enredar y conspirar. Se crean reputación a base de arrogancia, siempre faltos de modestia y empatía, vendiendo sus zafiedades como lo más, trapicheando con ideas ajenas, que trocan en suyas. Al ser cobardes, se esconden en la penumbra bajo la protección de sus iguales, señalando y criticando sin tregua alguna para disimular sus propias incompetencias. No olvidemos que hay otra categoría, la de los mediocres silenciosos, aquellos que muestran un perfil bajo para no ser descubiertos; pero eso sí, tienen siempre muy despierto su oportunismo sonrojante. Los mediocres odian el verdadero talento y la reflexión bien hilvanada. Alguien dijo que la mediocridad es la excelencia para los mediocres. ¿Por qué no hay más personas cultivadas y de superiores valores éticos, ocupando puestos de responsabilidad en los diferentes estamentos? Seguramente su propia inteligencia ya es un hándicap, seguramente por ser ponderados y poco ambiciosos. Además, «las grandes almas siempre se han encontrado con una oposición violenta de las mentes mediocres», según una frase atribuida a Albert Einstein.

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