Melón sin corazón

Cuando murió mi vecina, mi niña de 92 años, comprendí que aquellos largos ratos que dediqué a escuchar de sus labios las bondades de su corazón hablando del otro corazón no cayeron en saco roto. Da y se te dará una conciencia tranquila para cuando veas partir a tus seres queridos.

Hay muchos programas de cocina gastronómica, pero ninguno de cocina espiritual. ¿Se imagina un Arguiñano místico dando recetas para hacernos menos egoístas en la vida? Algo así como… «Hola majos, hoy vamos a cocinar un plato con fundamento. Cogemos el egoísmo y le damos la del pulpo con contundencia, como si no hubiera un mañana para él. Una vez 'atontao' le metemos un relleno de buenos sentimientos por la retaguardia y lo servimos enseguida para que no se enfríen. ¡'Ahivalahostia', qué plato más sencillo y sano para toda la familia humana!». Por soñar en la cocina, que no quede.

Corren malos tiempos para la mística, porque el personal ha decidido encomendarse solo a los caprichos de su corazón para cualquier propósito en la vida, y son pocos los que creen que haya vida después de la muerte o incluso vida antes de la muerte. Tampoco es exagerada la cantidad de propios que debaten sobre la Providencia, concepto del que me hablaba Vicente Ferrer cada vez que visitaba Granada y nos podíamos ver. Vicente era una de esas personas que creían más en la existencia de Dios que en la suya propia, y un raro ejemplo de humano que practicaba aquello de que la fe son obras. Borges repetía con frecuencia: «Cualquier hombre es todos los hombres». Sin esta mentalidad, la civilización actual se irá al garete, algo que viene anunciando el ministro Castells, persona que últimamente me tiene preocupado porque para mí que come poco. Pero lleva razón, esta civilización saldrá a subasta a precio de saldo y no creo que nadie apueste por ella. Lo que viene nadie lo sabe, pero seguro que está tan plagada de pollaícas y pollambres como la actual. A la vuelta de la esquina tenemos esa tecnología 5-G que tanto va a revolucionar nuestras vidas, porque no nos engañemos, no es lo mismo tener a unos padres olvidados hasta la amnesia en una residencia usando un móvil 4-G que usando un 5-G. Esto ultimo da categoría, modernidad y velocidad a la carencia de sentimientos.

Este año el coronel no tiene quién le escriba y Papá Noel, tampoco. La Navidad del 2020 tiene forma de pino cagado más que plantado, y las bolas que lo decoran son de color verde y con unos bastoncitos como el coronavirus. El bicho le ha quitado las ganas de festejar a todo el mundo menos a esos devotos de San Botellón Maldito. La civilización se acaba pero el tonto con gollete sigue.

'Maitechu mía', hermosa canción… «Yo volveré a quererte con toda el alma, Maitechu mía, y volveré a cantar zortzicos al pasar...». Yo solo veo 'corticos' al pasar… al pasar las páginas del periódico en su sección política nacional. Me quedo con Kraus, es otro cante.