Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Una científica argentina se ha propuesto capturar olores en peligro de extinción. A través de un procedimiento químico, pretende conservar y catalogar aromas desaparecidos o a punto de caer en el olvido. La fragancia de los libros viejos, de unos guantes de cuero o del ... aceite quemándose en un candil son algunos de esos olores prescritos que esta científica quiere resucitar en una suerte de parque jurásico olfativo.
Una loca asociación de ideas me ha llevado a aventurar en si no habrá que emprender en el futuro una iniciativa similar para rescatar hábitos y costumbres que hasta hace diez días considerábamos normales y que ahora, en plena cuarentena pero quizás ya para siempre, serán desterrados de esa presunta normalidad en la que vivíamos.
Volverán los besos y los abrazos con los más cercanos, de eso me caben pocas dudas, pero cuánto tiempo habrá de pasar hasta que volvamos a apretujarnos alegremente en un ascensor con cuatro vecinos más, resolviendo las dudas sobre el aforo con un: «Entramos, entramos, que estamos todos delgados». ¿Seremos más selectivos para dar la mano? ¿Buscaremos enseguida un lavabo donde borrar el miedo al fin del mundo? ¿Qué quedará de todo esto? ¿Usos más higiénicos o manías? ¿Prevención o histeria?
Nuestras prácticas han cambiado y el recelo se ha disparado. Gestos tan triviales como pulsar el botón del ascensor o agarrar la manilla de una puerta vienen ahora precedidos de un minucioso análisis de riesgos y de una búsqueda incesante de alternativas que nos eviten el contacto fatal. He salido muy poco desde el domingo pasado, apenas a tirar la basura un par de veces y a la farmacia. Y confieso que no me acostumbro a esa aparente naturalidad con la que revestimos el hecho de mantenernos alejados o saludar con un gesto tímido de la cabeza que lleva implícito un «ni se te ocurra tenderme la mano, mamón». No puedo evitar la sensación de que estoy acusando de algo muy gordo a ese vecino al que saludo echando la cabeza hacia atrás con un gesto que a Mayweather le habría valido para esquivar un jab de Pacquiao.
Un metro es la distancia. Un metro de separación que debemos mantener con nuestros semejantes en cada expedición al abismo de la calle. Será el metro que habremos de conquistar para que la vida regrese a la pastueña existencia que llevábamos antes, entretenidos con Torra hasta que Fernando Simón entró en nuestras vidas como un heraldo del desastre. Para entonces trataremos de rescatar aquella temeraria costumbre de comerse una tapa de ensaladilla rusa entre cuatro. ¿Se acuerdan?
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
España vuelve a tener un Mundial de fútbol que será el torneo más global de la historia
Isaac Asenjo y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.