Sinceramente, no hubiese imaginado que en España, casi concluso el primer tercio del siglo XXI, y tras todo lo acontecido, el ejercicio de la libertad significase «crear problemas». En tiempos de la dictadura franquista, es de todos sabido y por algunos sufrido, el ejercicio de ... hoy derechos como el de asociación, manifestación, propaganda… era crearse serios problemas, a cuya resolución acudían policía, brigada político social, e incluso entusiastas colaboradores como Guerrilleros de Cristo Rey, matones de Fuerza Nueva…
Muere Franco y los españoles consiguen que el sistema se transmute a una democracia de corte occidental (con sus ventajas y defectos); pero, ¡ay¡, el ejercicio de la libertad sigue suponiendo crearte problemas en determinados contextos y ambientes. Así, además de con los inadaptados colaboradores franquistas mencionados, no ejercer entusiásticamente de independentista y supremacista vasco, militar o detentar cargos en partidos legales como PP, PSOE, ganarte la vida como guardia civil, militar, ertzaintza… supone crearte serios problemas, y que son, otra vez, expeditivamente resueltos mediante la bomba lapa o el tiro en la nuca por entusiastas yihadistas etarras, con el apoyo y jaleo de los cachorros de la borroka. Mientras, el PNV, desde una supuesta equidistancia, recoge las nueces y comenta ¿Pero cómo se les ocurre? Desgraciadamente la situación, lamentablemente, continúa y se generaliza; sin tener que recurrir a contextos tan dramáticos y lejanos, los episodios de intolerancia y acoso se suceden; entre multitud de acosos y algaradas, como ejemplo puntual, y por haberlo vivido personalmente, recuerdo el lamentable incidente en el Aula Magna de la Facultad de Ciencias donde unos activistas, supuestamente de izquierdas, y supuestamente democráticos reventaron un acto de Pérez Rubalcaba.
Y llegamos a la segunda década del siglo XXI y sigue pasando lo mismo. Cloacas sociales, mentales y políticas que convierten localidades y espacios en territorios comanche, donde el ejercicio de libertades tan básicas como exponer y defender un programa en una convocatoria electoral es crearte problemas, y ser agredido, insultado, amenazado y callado; necesitar protección policial, y ni por esas. Por citar los de mayor actualidad, el caso de Ciudadanos en Rentería o el de Cayetana Álvarez de Toledo (PP) en la universidad de Barcelona son una muestra de actos intolerables, y, además, los de Vox, torpes porque les beneficia.
Y volvemos a encontrarnos con las falsas y culpables equidistancias: en este caso el de una izquierda santurrona de doble moral, que sólo concibe aceptable el ejercicio de la libertad desde sus posiciones (volvemos a encontrarnos aquel Lenin de ¿Libertad, para qué?) ¿Con qué cara pueden ir Pedro Sánchez o Iglesias a dar un mitin a Rentería sabiendo que eso está vedado a sus competidores?
¿Es lícito que Iceta vaya a exponer su programa a la Universidad de Barcelona después de lo que ha ocurrido con la representante del PP, y que es terreno vedado a otros? Y lo más perverso es que estos comportamientos propios de un totalitarismo fascistoide (como era lógico en la etapa franquista), se hacen tildando de fascistas a los agredidos, e incluso de asesinos por parte de partidarios de la banda asesina ETA. Es como si cuando un etarra descerrajaba un tiro en la nuca a un modesto concejal, policía o empresario, se justificara con ¡Toma, por asesino. Y siguen insolidaridades miserables como la de tildar de provocación el ejercicio del derecho de libertad de propaganda en esos entornos, justificando así como merecidas las agresiones (por terrible que nos resulte, había, y hay, quienes justificaban los crímenes de ETA por manifestarse contra ellos: ¡Era una provocación!) Todo esto me hace rememorar el título de la obra de Erich Fromm, 'El miedo a la libertad', porque en el fondo se trata de miedo, porque ¿si tan convencidos están esos 'patriotas' vascos de sus superiores valores étnicos y de sus convicciones separatistas, qué peligro supone que Ciudadanos publicite un ideario que a ellos ni les va ni les viene? ¿Hay peligro de que contagien a algunos tibios? Y si esos cachorros pijos del subvencionado separatismo catalán tan convencidos están de su superioridad étnica y cultural (se les supone cultura universitaria), y de sus convicciones separatistas ¿qué peligro supone que Arrimadas diga que ella y otros catalanes no lo son tanto, o que los de Vox recuerden al Cid Campeador? Miedo, sí, miedo, porque la libertad es peligrosa, sobre todo la verdadera libertad, y no aquella que sólo permite lo acorde a un sistema o ideario político.
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