Qué gusto da ver a los vecinos y vecinas de Roquetas de Mar lucir en estos días sus nuevas camisetas del Decathlon. Qué bien les ... sentó este domingo a los roqueteros y roqueteras el almuerzo en Enix. Qué maravilla verles con sus bicicletas más allá de Roquetas visitando el faro Sabinar. Todo esto fue, sin duda y a tenor de lo que ha expresado el segundo teniente de alcalde del Ayuntamiento de Roquetas de Mar, Francisco Gutiérrez, lo primero que hicieron sus vecinos y vecinas en cuanto se acabaron las primeras restricciones de movilidad impuestas por el Gobierno de Moreno Bonilla debido a la pandemia y por las que se imposibilitaba visitar cualquier localidad limítrofe. No quiero imaginar el martirio por el que tuvieron que pasar los roqueteros que, como no son de Vícar, no podían ir a la conocida y mencionada empresa del sector deportivo para comprarse unos prismáticos, una bebida isotónica o unos calcetines para hacer pilates. Como si no hubiera en Roquetas, vaya. ¿Una nueva muestra del apoyo municipal al comercio local? Pero sigo.
Qué barbaridad. Menudo suplicio, señor concejal. Y mientras, en sus casas, los vecinos y vecinas de Roquetas de Mar aguantaban estoicamente con sus camisetas de deporte roídas, con un agujero en el estómago por no poder almorzar su conejo al ajillo o migas en su restaurante favorito de Enix y –jolines– sin poder coger la bici para llegar hasta el término municipal de El Ejido. Y el colmo de los males es porque, según el edil del PP, en su encierro, los roqueteros, asistieron atónitos al libre desplazamiento por todo el territorio nacional de 30 privilegiados migrantes que llegaron cómodamente en patera desde sus ricos países de origen a la turística Canarias; de ahí nada menos que en avión a Granada para, finalmente, coger un autobús con destino a Roquetas de Mar. Algunos se quedaron y otros cogieron un taxi -ya ves- y se marcharon a otras localidades pasando por alto las prohibiciones de movilidad que todos los roqueteros tenían que respetar mientras se mordían las uñas a la espera de que llegara el día 12 para poder ir al Decathlon.
Normal que el concejal esté tan indignado con el Gobierno de España que se grabara el cabreo y que lo subiera al Facebook. No le habían avisado. De haberlo sabido podía haberles encargado las camisetas. El concejal roquetero decía tener conocimiento de esa noticia, de la libertad de la que disfrutaban los 30 migrantes, por un artículo publicado en este periódico. Puede que las ansias por enmarañar, por cizañar o por ser el primero en confundir a la opinión pública le llevaran al concejal Gutiérrez a realizar una lectura poco seria y rigurosa de lo que, realmente, estaba pasando. Como humanos que son, venían a reencontrarse con su familia en busca de un trabajo, una vida mejor. Sé que es difícil de comprender para un roquetero que ya puede ir al Decathlon y que, por lo tanto, vive en el summum de la perfección, pero hay gente que se conforma con menos. Quieren trabajar. Quieren comer. Quieren vivir en una casa y ver a su familia. Eso hacían. Sus desplazamientos corrieron a cargo de sus familias –lo pone en el texto de la noticia– y se hicieron en horas, una medida extraordinaria para no dejar a estas personas en un lugar en el que solo estaban de paso. El concejal pensaría que estaban mejor en Canarias. Total, si él no se podía mover, ellos tampoco. Sea cuales fueran sus circunstancias.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.