Narrar en imágenes la realidad de un paisaje desértico y su historia, constituye un tema destacado para identificar la realidad de la identidad ecológica de Almería y comprender su horizonte. No es nada fácil. Escribir un libro, desde la interpretación de la palabra escrita, o ... realizar un documental con la interpretación de imágenes y palabras protagonistas, abren distintos caminos para descubrir los rasgos del paisaje almeriense. Un proyecto de búsqueda complejo para desvelar la verdad del Paisaje Natural.
En esta cuestión, la noticia más reciente ha sido la proyección del documental «Los bosques del desierto. Una historia ecológica de Almería», basado en el libro «Almería hecha a mano» (2007), del Instituto de Estudios Almerienses (IEA). El director del documental es Manuel Rodríguez Rodríguez, con la coordinación de Juan García Latorre.
La presentación del documental fue en la Casa de las Mariposas, de Cajamar, ante un público numeroso. El estreno tuvo sus pormenores, con distintas intervenciones, incluidas la del director del IEA y la del director del Documental. Mucho triunfalismo en la oratoria para un resultado fallido.
En realidad, en el documental se impuso, frente a la imagen, la oratoria de cuatro expertos: los hermanos García Latorre (interpretación del paisaje ecológico), el catedrático de Historia Económica de la Universidad de Almería, Andrés Sánchez Picón (incidencia de la actividad minera en la transformación del paisaje) y el compromiso ecologista de Mariano Paracuellos (evolución del paisaje del entorno de la albufera de Adra). Interesantes opiniones de los expertos, aunque la oratoria de sus palabras se desmoronaba por la desigual forma de proyección de la imagen de cada experto. De lo que se trata es de demostrar las distintas transformaciones del paisaje almeriense. Paisajes donde hubo bosques hace milenios, ahora son territorios conquistados por el desierto y la aridez.
El lenguaje de la imagen es la clave en la narrativa de cualquier documental cinematográfico. Y en este caso, está mal planteado desde el principio, desde la responsabilidad de su director. Así no se hace un documental, con un mal montaje (el montaje es la clave en la narrativa cinematográfica). Un planteamiento, desde el principio, que no convence.
Narrar rasgos de la historia del paisaje de un territorio como Almería, donde predomina el avance de la desertificación, exige rigor y coherencia Sin el sentido profundo del pensamiento incrustado en la Naturaleza no puede hablarse de Cultura en toda su dimensión. Cultura y Naturaleza van de la mano. El gran error histórico es cuando ambas realidades se distancian y se produce la ruptura de su estrecha relación. Es la explicación del surgimiento del movimiento ecologista en la Transición, para no dejar incompleto el proceso de democratización.
Un nuevo protagonista colectivo hace acto de presencia en una dimensión que renueva y da una nueva perspectiva a lo político, lo cultural, lo social, lo ideológico. La novedad es el Patrimonio de la Naturaleza, desde un pensamiento crítico contra toda la realidad, de nuevo cuño, lo que explica el momento de la irrupción del discurso ecologista. Se trata pues del Movimiento Ecologista que va a influir, en gran medida, en la realidad del proceso democrático a través de nuevos discursos políticos. Por ello, el sentido de la Cultura adquiere un a nueva dimensión.
En vísperas de la Transición, comparece ante la realidad del país un visitante inesperado, no invitado por ninguna corriente política y menos aún por los protagonistas del sistema agónico. El ecologismo es la clave.
Y esta dimensión prácticamente está ausente en el documental sobre los bosques del desierto en Almería. Por consiguiente, la calificación al documental es la de suspenso total.
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