El tiempo se transforma en un espacio íntimo, universal, nostálgico para descubrir una nueva realidad, que surge en el interior del poeta, que lo reconstruye, ... en un diálogo consigo mismo, desde el amor, desde el horizonte, hasta crear un camino hacia el día y la noche. Y aquí es donde surge el interior poético de Ginés Reche (Oria, Almería, 1966) con su poemario «Cuando el tiempo» (Colección de Poesía, El Bardo, 2024). En estos tiempos que corren despertar al mundo en el entorno de la poesía es mágico y milagroso.
Ginés Reche tiene un amplio recorrido de citas con la poesía, impulsor de los Encuentros Poéticos de Oria consiguió que su pueblo fuese lugar de encuentros en torno a la palabra idealizada de autores universales, poetas siempre dispuestos a viajar hasta Oria y allí conseguir que la palabra Poesía renaciera. Y todavía el poeta continúa por ese camino. Su Tiempo es permanente. Y conmueve para resurgir.
El poemario «Cuando el tiempo» se abre con referencias de versos de Raquel Vázquez («Tu lugar es siempre el tiempo que te falta») y de Pedro Salinas («El tiempo borra al tiempo»).
El prólogo es del poeta Francisco Domene, que observa con cierto silencio los versos del tiempo de Ginés Reche: «…Sus poemas están centrados en lo particular. Su memoria es personal…, de la consideración del tiempo… Es un libro personal autobiográfico y, por eso mismo, temerario». Considera a Ginés Reche «un poeta de la experiencia». «Hace que quiera vivir más».
Y el epílogo es del poeta Antonio Carvajal, que recuerda aquellos Encuentros Poéticos de Oria, «nos conocimos en su pueblo». Antonio Carvajal desarrolla un camino de sorpresas y deseos de un encuentro con la poesía universal, de autores y poemas. «El tiempo se convierte así en más universal… Para desvelar a Ginés Reche afirmándose en la luz de la conciencia del tiempo y en la verdad del amor». Y así, poder hacer juntos este viaje sin medida por el tiempo.
El primer encuentro que propone el poeta es firme, sin dudas, «el tiempo que estrenamos tú y yo», que enlaza con el amor, la felicidad y el destino, al que se llega con la velocidad de una gacela o de una tortuga. Pero se llega.
Es el mismo tiempo, que busca sensaciones en las ramas de los árboles, en los días soleados, en las noches de invierno. Y así transcurre este tiempo estrenado, en la vida interna poética, «El amor sin ninguna concesión».
Y es entonces cuando Ginés Reche abre el camino de entrada a «Cuando el Tiempo». Es el momento cuando el tiempo domina las inquietudes, las ideas, para iniciar por fin el camino, «Cuando el tiempo te nombra». Así vamos avanzando por el tiempo de las estaciones, aunque aquí no comparezca Vivaldi, Es el momento, por ejemplo, del otoño, como una ausencia. El poeta mantiene su diálogo más personal sobre la confesión de su amor ante la imagen que tiene enfrente, casi sin saberlo. El camino del tiempo pasa por los deseos, con los ojos hacia la inmortalidad de los versos. «Y vivir una breve eternidad», Hay tristeza y sensación de fuga, «aunque el tiempo no deje de insistir».
Surge ahora una nueva etapa en el tiempo que no se detiene, «Cuando el Amor». Es un camino que Ginés Reche hace acompañado por Marcel Proust («El amor es el espacio y el tiempo por el corazón») y por Francisco Brines («con amor necesario; y así saberme digno del sueño de la vida»). Ahora se impone el tiempo de invierno que surge en la naturaleza poética, en los frutos, mientras se mantiene la confusión. Momentos esperanzadores, «Te detengo en la lluvia».
En este momento del camino, se incorpora Inma Pelegrín («La casa se deshace bajo el peso de tiempo»). Nos adentramos en los versos de las sombras para superar el drama del olvido. Es el momento de brindar con vino.
El invierno sigue con su dominio, «nos refugie de todos nuestros fríos». Ginés Reche se encuentra ahora acompañado de Rosario Troncoso ( «Con la edad es más grave el exceso de invierno»).
Llega el momento de la fuga, de mantener las miradas, de la vida. Es como si el tiempo no perdonara, hacia donde conduce, entre el sentido de la vejez, por ejemplo, la necesidad de soñar. Comparece así el instante y la verdad para retener el tiempo sin perder la esperanza. «Porque vivir sin ti es mi muerte perfecta». Se impone entonces la resignación frente al tiempo. «Ya sé que moriré por ti».
Y el poeta llega ahora al final de su camino, «Cuando la vida». Ahora le acompañan: Georges Bataille (…amar es afirmar la vida hasta en la muerte») y Juan Ramón Jiménez («No dividí mi vida en días, sino mis días en vidas, cada día, cada hora, toda una vida»).
Es ahora cuando Ginés Reche despierta más en profundidad a la alegría de vivir, con la compañía de Pedro Salinas («Que alegría vivir sintiéndome vivido»).
El amor acompaña al sentimiento poético que no oculta alguna incertidumbre en el fuego de una hoguera.
El amanecer con la mirada al alba, la memoria familiar, los distintos mundos para sentir la realidad, con dedicatorias en este tramo del camino, saber mirar al mañana cada segundo, alcanzar el último día y la brevedad, «y nos olvidaremos». Una lluvia soleada para la despedida al encontrarse de nuevo con Juan Ramón Jiménez («Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando»).
Y ahora es cuando el camino del Tiempo concluye, mientras el poeta se desnuda, «en intemperie, en noche la mañana». Y así, la poesía de Ginés Reche permanece viva eternamente, más allá de su Tiempo.
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