Hace diez años hicimos un viaje a Roma. No era temporada de máxima afluencia de turistas. Fuimos a San Pedro, naturalmente. Vi algo que me dejó ojiplático: una pareja de orientales, quizá chinos, se hacía fotografías. En mitad de la nave principal, ella se tiró ... al suelo, hizo una pose sexi y el marido la fotografió. Me pareció una falta de respeto, y no solo a la religión que la gran Basílica representa, sino a los visitantes que pululábamos por ella, al arte conseguido por Alberti, Bramante, Buonarroti y otros.

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En conversación con algunos amigos, me dijeron que esa falta de respeto, como yo la calificaba, era una tontería: ¡cuántas veces ha habido quejas por herir la sensibilidad de unos fieles, pertenecientes a una religión que tanto daño hizo con el nacionalcatolicismo, y su apoyo incondicional al dictador Franco! La discusión estaba servida, claro. Empecé preguntando si esos orientales, tal vez chinos, se atreverían a hacer lo propio en Pekín ante una estatua de Mao, Lenin o Marx. Quise saber si osarían hacerlo en La Meca; no llegarían ni a acercarse a la Ciudad Santa musulmana: allí solo pueden entrar creyentes. ¿Lo harían en el museo del Prado? Creo que no. Alguno de los presentes aseguró que él lo haría ante el 'Cristo crucificado' de Velázquez. Respondí, ya un tanto irritado que me era igual, que ni ante el cuadro velazqueño ni ante 'Las Tres Gracias' de Rubens o 'El fusilamiento de Torrijos y sus compañeros', de Gisbert Pérez.

¿Se podría delimitar qué es y qué no es la falta de respeto, la ofensa a la sensibilidad religiosa, ideológica, de género, etc.? No creo que eso sea posible. Se ha señalado el brote hoy de tantos colectivos de todo tipo, que uno ya no se puede reír ni de las suegras ni de los borrachos. ¿Qué dicen los humoristas actuales?, ¿cómo sortean esas Escila y Caribdis de la sensibilidad actual? Bastaría un poquito de sentido común. Pero no debemos olvidar que es el menos común de los sentidos. Agravante es el hecho de que cada colectivo reclama para sí el respeto, casi, casi, importando un ardite los demás colectivos.

Acabé diciendo a quienes me rodeaban que sí, cierto, yo recibí una educación ultramontana, un catolicismo de infierno y pecados contra el sexto y el noveno. Una gravísima falta de respeto contra mi persona. Pero si repetía las mismas ofensas, me estaba comportando como ellos.

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