Desde hace algún tiempo, tomarse un café en la calle suele venir acompañado de azucarillos con alguna máxima para animar la jornada o, por el ... contrario, dejarnos atribulados y melancólicos. ¿Les suenan frases como «no nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas» o «no es que tengamos poco tiempo, sino que perdemos mucho?« Estas son de un filósofo, Séneca, uno de los más reconocidos estoicos.
El estoicismo, una filosofía clásica que promueve la autodisciplina, la racionalidad y la aceptación de lo que no podemos controlar, ha ganado popularidad tanto en el ámbito social como en el terapéutico, especialmente en enfoques como la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), cuya influencia fue reconocida por Ellis y Beck, padres de la corriente psicológica con más evidencia científica: la psicología cognitiva. Sin embargo, aplicar el estoicismo a ultranza puede llevarnos a derroteros que debemos ser capaces de evitar. A saber:
Acorchamiento emocional
Uno de los principios clave del estoicismo es la idea de controlar las emociones y no dejarse llevar por ellas. Si bien esto puede ser útil para manejar el estrés y la ansiedad, un enfoque excesivo en la supresión emocional podría llevar a una desensibilización. Esto significa que las personas podrían evitar experimentar emociones profundas, lo que puede afectar su capacidad para conectarse con los demás y vivir experiencias plenas. El objetivo es equilibrar el control de las emociones con la validación y expresión de las mismas: no ignorarlas o suprimirlas, ya que esto puede acabar en problemas más profundos a largo plazo y bordear un peligroso perfil de falta de empatía.
Contexto cultural y social
El estoicismo se basa mucho en una perspectiva individualista que enfatiza la responsabilidad personal y el autocontrol; sin embargo, esta también es una de las debilidades de la terapia cognitivo-conductual. Esta visión puede pasar por alto factores sociales, culturales y estructurales que influyen en las experiencias de las personas, ya que no todos tienen las mismas oportunidades o recursos para practicar el autocontrol y la resiliencia. Al aplicar principios estoicos sin considerar el contexto social del paciente, se corre el riesgo de culpar al individuo por sus dificultades o sufrimientos sin tener en cuenta los desafíos externos que enfrenta.
Potencial para malentendidos
El estoicismo puede ser malinterpretado como una filosofía que promueve el desapego emocional o la indiferencia hacia los problemas personales y sociales. Esto puede llevar a los individuos a sentir que deben «aguantar» sus problemas sin buscar ayuda o apoyo emocional. Esta interpretación es ideal para jefes y jefas sin escrúpulos que pueden explotar vilmente a su personal laboral; si la precariedad o el exceso de horas trabajadas les lleva a cuadros de ansiedad o depresión, les dirán que no es su problema. Es importante aclarar que el estoicismo no promueve la indiferencia; más bien aboga por una aceptación activa y racional de las circunstancias, enfatizando que es válido buscar apoyo emocional y conectar con los demás mientras se trabaja en el autocontrol. Convertirnos en un trozo de corcho sin emociones visibles no es su objetivo.
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