Sí, querido Rafael, partiste –desde tus comienzos– de los hechos y de las cosas más sencillas que observabas: la risa, los espejos, la taberna del barrio, la mujer (¡y cómo no iba a ser la mujer…!), los cantes y las guitarras, los jardines oscuros, los ... duendes de los aljibes que conversan en las cancelas… Y, paulatinamente, te fuiste elevando hasta elaborar la poesía profunda de las grandes esencias: el amor humano, la muerte y el Dios inaccesible, esto es, la trilogía mental que siempre abordaron, con suerte alterna, los grandes poetas, escritores y filósofos de todos los tiempos:

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«Vengo de no saber de dónde vengo / para decir amor sencillamente. Para pensar amor, sobre la frente / sostengo, no sé yo lo que sostengo…» (De 'Pronuncio amor…').

Has sido –repito– un poeta inconformista, indagador del ser de la palabra, poeta del tiempo como proceso de vida y como proceso de muerte; rebelde y oteador. No has estado pendiente, en actitud pasiva, de los efectos de la luz sobre las aguas remansadas del estanque, ni de la cambiante belleza de las autoras y de los ocasos, teñidos de intensos árboles… No. Te has conmovido y preocupado de otras auroras y de otros ocasos, que marcaron –de modo imperceptible– los insondables senderos entre la esperanza de los amaneceres y el pesimismo gris del atardecer, entre la ambivalencia de un pragmatismo que se palpa y a veces agobia y embrutece, y las promesas de un Absoluto inaccesible, que empaña de nuevo los espejos de la evidencia, como dejaste entrever en uno de tus poemas más reveladores de tu pensamiento y de tus inquietudes marcadas por la transcendencia…: '¡Dios acaso…').

Sin embargo, Rafael, el tema del amor es definitivo, lúcido y transparente en tu poesía. Una brecha de claridades infinitas en 'noche oscura del alma': «Venir es un recuerdo, si se llega. Pensar es una huída si se toca. / Sembrar es una historia si se siega. / Solo acierta en amor, quien se equivoca / y entrega mucho más de lo que entrega. / Después, toda esperanza será poca» /. (De 'Pronuncio amor').

Está visto y comprobado, Rafael: Dios es amor y el que ama está en la Verdad y en los demás. Tu postura en esta encrucijada se inscribe en la línea de la confianza y de la entrega, a pesar de todo, para transformarse –por obra del Espíritu– en un optimismo vital, transcendente, y recrea la existencia y 'pasa de la muerte'. «Andaremos cantando por las calles, esas calles estrechas que van a todas partes. Gritaremos pegados a las casas dormidas. / Detrás de cada puerta puede estar el milagro». (De 'Cita con el vino').

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Rafael, si toda esperanza será poca a la hora de amar, seremos capaces de entregar a los otros/as –a los excluidos de ayer y de hoy– mucho más de lo que les entregamos. Así, nuestro morir no será nunca una ventana al vacío –como afirmara en su tiempo don Miguel de Unamuno– sino una ventaja, un tiempo recuperado del que, al fin, se adueñará la eternidad, que no el vacío.

¿Cómo olvidar los poemas que dedicaste a este singular barrio, que es el origen indubitable de la ciudad de Granada…? «Sus calles de látigo y garra por la espaldas del monte…» Y en tu 'Soleá', el dolor a cuestas y sus lamentos ahogados en la noche albayzinera… Y en las 'Notas de un día', otras tantas impresiones, «desde las cinco de la madrugada hasta que, invadido por las sombras, muere el día en los balcones»; en la 'Copla' –hecha canto y plegaria– el grito desgarrado y eterno del pueblo, inconfundible, mágico y desenfadado»,

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¡Qué suerte la nuestra, Rafael (la de Granada, Andalucía y el mundo) haber podido contar con poetas, cronistas y narradores de la alta calidad, hondura y garra tuya, para que pudiésemos saborear, en las anochecidas, tanta belleza azul, tanta azotea en cal, tanta taberna de vida y cante, en la serena quietud de los atardeceres…!

Rafael, te has ido y el Albayzín –declarado, en 1994, patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco– está de luto. ¡Que el Dios de la Vida –que te creó por amor– te haya acogido entre sus elegidos, para incorporarte a la legión de poetas que vienen cantando –junto a los ángeles– el himno sonoro y eterno de la salvación…!

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