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La muerte doble de la Pascua triste

Puerta Real ·

Los abuelos se van en silencio, con el insoportable dolor de la soledad como infame consuelo

Sábado, 11 de abril 2020, 23:24

Ni un beso lanzado desde lejos, ni una mano apoyada en su ataúd. Se van los viejos solos camino del olvido. El Gobierno no quiere tener tiempo para contar el número de muertos. Le cuesta admitir la evidencia de la mala gestión y del desastre. ... Solo ha guardado un minuto de silencio en el Congreso forzado por las circunstancias. Se están yendo los abuelos definitivamente, después de aquella primera despedida cuando en la tarde triste de un domingo les dijeron: «Verás que bien vas a estar, abuela, con tanta compañía. Tus pañitos de crochet serán la envidia de las demás». Y ella, tapando su amargura con una sonrisa, les fue abrazando a todos: a aquellos cuerpos que ella había parido y a los hijos de sus hijos. Al día siguiente, arrastrando su maletilla y con el bolso al hombro, marchó a la residencia. Allí ha estado con las demás enhebrando atardeceres con puntadas temblorosas; revolviendo recuerdos con gente que nunca había visto antes. Atrapados por el coronavirus, les llega la guadaña de la parca y se van en silencio, con el insoportable dolor de la soledad como infame consuelo. En su viaje postrero, sus cuerpos peregrinan por tanatorios y palacios de hielo esperando convertirse en polvo y en ceniza.

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