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No suele ser muy habitual pero el otro día me dio por pensar. Quizá fue influenciado por la celebración hace dos semanas del Día Internacional de la Mujer o, tal vez, por un cómic que tenía en casa en el que en una de sus ... páginas hablaba de la creación. El caso es que uno u otro me llevó a reflexionar sobre el papel de la mujer en la sociedad y la verdad es que las conclusiones a las que llegué eran demoledoras. Se habla mucho del feminismo y más de uno se empeña estúpidamente en buscarle una justificación cuando no en repudiarlo. Lo coherente sería mirarnos a nosotros mismos para entender muchas cosas. A mi me dio por mirar las religiones. Las monoteístas, las que tienen un dios como ser supremo, que son el judaísmo, el cristianismo y el islam.
Resulta que Dios después de crear todo lo conocido le dio por crear al hombre.n Adán, se llamaba. Y dicen que lo moldeó de un trozo de barro a su imagen y semejanza. Lo colocó en el jardín del edén y lo único que le prohibió fue comer del árbol de la ciencia del bien y del mal. Se supone que allí disfrutó mucho, pero llegó un momento en el que se aburría y Dios, sensible al tedio de Adán, le sacó una costilla y dio forma a la mujer que era, nada más y nada menos, carne de la carne de Adán. Como era de prever Eva, que así la llamó, no solo comió del árbol prohibido sino que disuadió a Adán para que hiciera lo propio. Dios se cabreó y los echó del edén no sin antes decir a Eva que «parirás con dolor y tu deseo será solo para tu marido y él será tu dueño». A Adán lo maldijo con que «comerás con el sudor diario de tu frente». Y de aquellos barros, estos lodos.
En el judaísmo la mujer no ha tenido mejor suerte. Ahora bien, no es lo mismo una mujer judía en Manhattan o Tel Aviv donde el éxito empresarial es muy elevado que en Mea Shearim, en Jerusalén o en Williamsburg, en pleno Brooklyn neoyorquino donde la sumisión es absoluta. En estos dos últimos lugares las mujeres ultraortodoxas visten igual, austeras, de oscuro, falda larga y con el cuerpo tapado. Las casadas se rapan la cabeza para no atraer a los hombres y se cubren la calva con pañuelos o pelucas. No tener hijos se considera una catástrofe social y es motivo para que el hombre se divorcie alegando que su mujer tiene el 'vientre cerrado'. Se supone que también parirá con dolor.
No tienen mejor suerte las mujeres en el mundo del islam. Si bien el Corán establece que hombres y mujeres son iguales, también dice que «los hombres son los protectores y proveedores de las mujeres porque Alá ha hecho que uno de ellos supere al otro, y porque gastan de sus bienes. Por lo tanto las mujeres correctas son devotamente obedientes y recogidas en ausencia de su esposo que es lo que Alá les exige». En cuanto a los hijos hay que tener todos los que una pareja pueda concebir, si bien se recomienda limitar su número cuando se carezca de los recursos necesarios para mantenerlos.
Lo anterior son sólo algunos datos recogidos de las tres religiones si bien sería necesario profundizar mucho más y no quedarnos con lo anecdótico. Ahora bien, si la religión se dirige de esta manera a la mujer y la religión la hemos mamado desde pequeños no es de extrañar la situación a la que les hemos abocado. Así pues, ni feminazis ni feminismo en tono despectivo. Al final es simplemente una lucha por la misma dignidad que queremos para nosotros y que les hemos negado.
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