Mujeres

Pero el asunto no va de religión. En esa sociedad machista a la que aludo, yo me crié como si tal cosa. Pero, al llegar al ejercicio profesional, aquel panorama se desdibujó del todo. De hecho, en mi primer colegio había una directora. Y jamás en el desarrollo de mi vida como maestro aprecié signo alguno de machismo en el funcionamiento de la institución. Por otra parte, tuve la oportunidad de coincidir con varias mujeres de las que aprendí mucho y a las que admiré sin reservas. En virtudes que pudieran considerarse tradicionalmente masculinas –firmeza, por ejemplo– ellas dieron continuas lecciones con su comportamiento. Conste, pues, mi admiración por el sector femenino de esta sociedad.

Por eso lamento de modo especial lo que está pasando en Alsodux. Y es que este bello pueblo de la Alpujarra es noticia por ser el lugar de Andalucía donde el porcentaje de mujeres es menor. En esta localidad del Alto Andarax, la población general se ha ido reduciendo en los últimos tiempos hasta llegar a mínimos. Y, en contra de lo que suele ser habitual en la mayor parte de los lugares, allí los hombres son mayoría. Para colmo, las pocas mujeres –cuarenta y nueve en total– superan los cuarenta años. Lo que significa que no hay esperanzas de que se aumente el censo con nuevos nacimientos. Salvo, claro, que haya gente joven que quiera asentarse en ese lugar de indudable encanto.

Afortunadamente, gracias al centro Guadalinfo y al internet, las pocas mujeres de Alsodux están recuperando viejas costumbres. De modo que se han aplicado en rescatar antiguas actividades tradicionalmente vinculadas a la actividad femenina. Por ejemplo, las conservas –entre ellas, las mermeladas– y hasta el macramé, que ya es poner empeño en la tarea. Dicen ellas que la iniciativa les está resultando muy divertida. Ya ve usted, lo dicho más arriba: las mujeres siempre pueden darnos ejemplo a los hombres. No se habla, en la información de Nerea Escámez en IDEAL, de los encajes de bolillo, aunque supongo que también están presente en esas actividades. Recuerdo la admiración que sentía de pequeño contemplando embelesado la agilidad de las manos y el repiqueteo de los 'palillos' saltando sobre el 'bolillo', que se sostenía en el regazo y se apoyaba en la pared. Aunque estas tareas mencionadas no eran, desde luego, todas las que solían hacer las mujeres antes de que se impusieran las máquinas. Recuerdo los bordados, el ganchillo, la vainica, los festones, etc. Y a las chicas aplicándose a ello. En eso era experta mi hermana Maribel, que también diseñaba patrones para vestidos.