Dos nuevos récords para Granada
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Hemos alcanzado tal grado de robotización que está mal visto salirse de la cañada por la que marcha el rebañoQueremos ser los primeros y lo vamos consiguiendo. Porque Granada es una ciudad singular, única. No nos gustan las medianías. Aquí está la octava maravilla del mundo y de todos los rincones acuden turistas para disfrutar con el recorrido por sus jardines y palacios. Las ... cifras de visitantes aumentan de año en año. Se les ve pululando por calles y plazas con la cabeza gacha consultando el 'google maps' para que los lleve a la fortaleza nazarí y cumplir su sueño. Mientras miran la pantalla del móvil buscando el camino, pasan junto a la Madraza, la Capilla Real o el Corral del Carbón sin echar un vistazo, pero no importa. Vienen con la idea fija de ver la Alhambra y lo demás se la trae al pairo. Porque el turista lo que quiere es llegar a ese destino que le recomendaron en la agencia de viajes y hacerse un 'selfie'. La sociedad ha alcanzado tal grado de robotización que está mal visto salirse de la cañada por la que marcha el rebaño. Allá ellos; con su móvil se lo guisen y se lo coman. Porque de lo que quería hablar hoy es de ese prurito que nos hace sentirnos los mejores, los más singulares, los que tenemos el privilegio de vivir en un sitio envidiable. Y Granada lo ha sido durante mucho tiempo; lo es todavía en muchos aspectos, pero nos la estamos cargando.
Nadie podría imaginar hace treinta o cuarenta años que nuestra ciudad pudiera arrebatar a Sevilla y Córdoba el título de la capital andaluza más tórrida y lo hemos conseguido. Con una constancia y tesón dignos de mejores metas, la ciudad y todos los municipios de su cinturón han ido levantando año tras año una muralla de ladrillo y hormigón alrededor de la Vega, hasta conseguir estrangularla y convertirla en una caldera de la que ya huyen hasta los pájaros. Aquella brisa que desde las hazas recién regadas entraba al atardecer por los pagos de Puente Cristiano, Fuentenueva y el barrio de la Magdalena, es solo un imposible recuerdo envuelto en el aroma de los jazmines y las damas de noche, que a Lorca le producía de madrugada un dolor lírico de cabeza y a los demás mortales les llevaba a descansar sin tener que poner el aire acondicionado. Las feraces tierras que hicieron ricos a sus propietarios cuando cultivaban tabaco y remolacha agonizan bajo el asfalto. De cómo se ha llegado a esta monstruosa barbaridad son muchos los que tendrían que rendir cuentas, pero se van a ir de rositas si es que no se han ido ya al otro mundo. Nuestra Granada, entre la Sierra y la Vega, era la capital andaluza con las noches más frescas y ahora, con la doble muralla de las urbanizaciones y la circunvalación, se ahoga en el calor que desprenden calles y casas. El aire contaminado se adensa en esta cubeta a donde nos ha llevado una gestión urbanística que se ha saltado todas las normas racionales de ordenación del territorio. De nada sirvieron las voces que pedían ampliar la urbanización por el norte de la ciudad para salvar la Vega. No hay vuelta atrás. Solo nos queda la rabia y la impotencia, mientras esperamos la hora de arrebatar a Écija el cetro de 'sartén de Andalucía'. Y todavía hay quienes se cuestionan la necesidad de una política consensuada entre todos los ayuntamientos del área metropolitana. El mal ya está hecho: hemos conseguido ser los primeros en aire contaminado y calor achicharrante. Si en las tragedias griegas el hijo mata al padre, aquí también el Genil supera al viejo Betis en ardores infernales.
No solo en la degradación ambiental vamos en cabeza. Como decía al principio, nos gusta ser los primeros en todo lo que se ponga a tiro, como tener los cultivos más rentables de marihuana, que no es para presumir, pero que ahí están para nuestra vergüenza. También estamos a punto de conseguir el diploma que nos acredite como la capital con el AVE más lento de toda la Península. Aquí el bochorno y la mofa se lo pueden repartir a partes iguales los últimos gobiernos del PSOE y del PP, porque tardar quince años en entregar una obra aún no terminada es merecedora de un pitorreo general con charanga incluida. Que a su paso por Loja este pájaro alicorto marche a 60 km por hora más que sonrojante es insultante para la sufriente ciudadanía que aguanta todo o casi todo. Que se hayan empeñado en hacerle entrar sin soterrar es otra bofetada insoportable. Pero lo peor de todo es que permanezca escondido sin querer dar la cara el impulsor de este absurdo trazado, que ha aumentado en más de cien kilómetros la distancia entre Granada y Madrid. Juntar todo este cúmulo de despropósitos entre dos carriles de ancho internacional se merece que Ayuntamiento, Universidad, Junta y Gobierno central le concedan un máster conjunto de nueva titulación por su insólita aportación a los conceptos de distancia, espacio y tiempo. Haber conseguido un solo aplauso por esta idea del AVE a Antequera no es baladí; es incluso muy superior a la de quien trazó la A-92 entra Granada y Guadix que consiguió multiplicar casi hasta el infinito los jornales de los trabajadores que estuvieron años y años arreglando los continuos socavones y desprendimientos que se producían tanto por las lluvias como por las sequías pertinaces. Aquello fue de medalla del trabajo, lo del AVE es de medalla a la inteligencia artificial.
Hemos alcanzado más récords que no puedo reseñar ahora porque se acaba el espacio. Aprovechando que el calor nos da una tregua, voy a darme un paseo para contar cuantos turistas caminan sin mirar el 'google maps' del móvil o el plano de la ciudad. Me van a sobrar dedos de la mano. Luego dirán que han estado en Granada.
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