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Los padres de Marta del Castillo

Si actores y encubridores, ante esta salvajada no tienen empatía con las víctimas, ¿por qué la justicia ha de tenerla con ellos? No se trata del «ojo por ojo», sino de justicia contra la injusticia

José García Román

Sábado, 22 de enero 2022, 01:15

La maldad no conoce fronteras. Innumerables páginas de la historia lo atestiguan y además resaltan que la perversidad y la cobardía van cogidas de la mano, acentuándose aún más la repugnancia de los delitos que generan. Que los padres de Marta del Castillo son héroes, ... no cabe la menor duda; pero muertos de por vida. Como otros padres cuyos nombres están incluidos en la relación de los que sufren las garras de atroces espinas en el corazón, aunque en las sienes fertilice el laurel de la entereza. El grado de brutalidad es tan elevado que supera al de las feroces fieras, privadas de razón. Hasta los buitres dejan la huella del esqueleto, una vez saciada su hambre natural de muerte, no de vida. Si es execrable el asesinato, mucho más si se priva del adiós definitivo a unos padres impidiéndoles verter sus lágrimas sobre los restos mortales de su hija y disponer de un lugar para, cuando el corazón se encoge de tristeza, desahogarse en los atardeceres de desconsuelo comprobando si la lápida permanece fría por la ausencia de un cuerpo ardiente a pesar del beso de la muerte.

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