Pan, pin, pon... Zas!

Pero eso sucedió ayer. Hoy ya no pasa. Hoy se ha reinventado la historia, ajustada a lo que piden los independentistas. Hoy se impone lo políticamente correcto. Hoy no es tiempo para la verdad. Hoy se comulga con ruedas de molino para no molestar al que manda. Hoy ha muerto la libertad, aunque algunos ni lo notan. Ese es el drama, no notarlo. Si lo notas tienes que huir para no enloquecer. Por ejemplo, yo he vuelto a sentir ganas de exilio hace poco, cuando se montó la que se montó con ese 'pin parental', nombre feísimo. No lo había oído nunca. Era en definitiva humo. Era un pan, pon. Un zas en toda la boca. Especialmente a las madres, y lo digo porque otra constante pública de mi trayectoria es la defensa de los derechos de la mujer.

Amigas lectoras jóvenes: si a ustedes se les encendió la bombilla biológica de la maternidad, hecho heroico en este país, piénselo dos veces. Usted mujer es la que padecerá el embarazo, sufrirá el parto y sus secuelas, aguantará la lactancia, perderá acaso un empleo o un ascenso profesional. Luego, sola o acompañada de la pareja, aguantará infinitas noches de insomnio, infinidad de enfermedades infantiles, pagará de su sueldo todo lo que exige la maternidad responsable, se privará de ocio y diversión. Envejecerá, estropeará su figura, y acaso le saldrán estrías en la barriga. Pero eso es lo menos malo. Porque posiblemente usted querrá educar a su criatura en principios éticos compatibles con los suyos. Será difícil. Es que en el cole estatal le van a imprimir en la mente lo que en cada momento sea políticamente correcto. Si gobierna la derecha, será un pensamiento; si lo hace la izquierda, otro. Claro está, si usted es del grupo de los ricos, nada debe de preocuparle: manda a la cría a un colegio privado, o a Inglaterra, y listo. Pero en España, ricos de esos no hay muchos. Así que a usted le tocará aguantar un nuevo de plan de estudio cada vez que cambie el gobierno. Es posible que su criatura acabe desquiciada y sea una rebelde con causa en una adolescencia atroz, que usted padecerá. Mucho peor será si le nace una cría del género femenino: usted vivirá con la angustia de pensar que una manada de violadores la pueda asaltar en el portal; con la certeza estadística de que por el mismo curro ella ganará menos y trabajara más que los del otro género. Con la rabia de saber que nunca será Jefa de Gobierno, si hay varón disponible – así lo dice la Constitución-, ni siquiera Presidenta, si hay colega varón que encabece una lista electoral- así lo dice la costumbre-. Sabrá también que si hay crisis, será ella la que pase al paro. Y acaso, si la muchacha no tiene ideas muy claras, un día sufrirá malos tratos de su pareja. Está a la orden del día. A muchas las asesinan por ser mujeres. Y no pasa nada.

Así que amiga mía, visto lo visto, si en una columna les aconsejaba hacer huelga en la cocina ahora que las gobiernan los chefs, hoy mi consejo es aguantarse las ganas de ser madre. Total, si la criatura no es de su propiedad. ¡Pues que la fabrique otro en un laboratorio y que la eduque el Estado!

¡Qué país! como decía el genial Forges. Voy a por la maleta y me llevo la papelera.