Quizá sea retórica la pregunta con que se titula este artículo, pues pretendo con ella llamar la atención de los lectores. La cuestión que me ha incitado a escribir en esta hermosa y exuberante mañana primaveral es la noticia del 19 de mayo, en nuestro ... diario IDEAL, de cómo se van a recuperar en nuestra provincia los servicios públicos afectados por la paralización que sufrieron para combatir la propagación de la pandemia de la covid-19.
Es bien sabido por los responsables públicos que los efectos económicos que causa una pandemia, como la que venimos padeciendo hace ya más de un año, requieren un esfuerzo decidido y prolongado, con un propósito claro y aceptado por todos, muy especialmente los agentes económicos. La recuperación económica tiene que hacerse sin dejar a nadie en la cuneta; sería socialmente intolerable que esta recuperación produjera nuevas víctimas a sumar a las ya producidas por los efectos sanitarios.
Son de preocupar las primeras decisiones que empieza a tomar Renfe, nuestro único agente ferroviario, se ve en ellas que esta empresa pública, que tanto daño ha hecho ya a las provincias orientales de Andalucía, especialmente a Granada, no piensa cambiar en sus planteamientos. La capital granadina va a recuperar, sin mucha prisa, los exiguos servicios ferroviarios de pasajeros, con los que contaba antes de la paralización. De la promesa del AVE Málaga-Granada nada se dice. Esta línea sería muy importante para conectar el potencial turístico de Málaga con la pujanza cultural granadina, con su importante conjunto monumental y con su también interesante agenda cultural que emana de su Universidad, puntera sin duda entre todas las españolas.
La otra cuestión ferroviaria, que ni se cita, es la carencia de una conexión de la capital granadina con el puerto de Motril, calificado de 'Interés General del Estado', que gracias al tesón de su presidencia y de sus funcionarios y trabajadores progresa notablemente. En este año superará los cuatro millones de toneladas, que llegarán y saldrán de nuestro puerto por carretera, lo que perturba muy notablemente la circulación por nuestra red viaria; no se trata únicamente de comodidad, sino muy especialmente de seguridad. Me parece pertinente recordar un hecho ocurrido en julio de 1978 en la provincia de Tarragona, cuando por la Nacional 340 circulaba en medio de una gran caravana de vehículos de todo tipo un camión cargado de propileno, gas muy inflamable, el camión volcó, se incendió y cayó sobre camping, con el resultado de más de 240 muertos y numerosísimos heridos. En absoluto deseo que esto vuelva a suceder. Se debe recordar que los responsables de entonces, creo que no reflexionaron adecuadamente; baste decir que en el primer gobierno de Felipe González, el responsable de Transportes, el ministro Enrique Barón, se dedicó a podar nuestra red ferroviaria, sin más criterio que el déficit monetario. No obstante en su obsesión por la alta velocidad cosechó un gran fracaso, puesto que estableció una línea de este carácter entre Toledo y Albacete que prestó únicamente servicio ocho meses por la escasa demanda de viajeros
En esta poda, se eliminó la línea Guadix-Almendricos, que modernizaba una ruta prehistórica que comunicaba dos zonas importantes de la época, el suroeste de la península con el Mediterráneo. La ruta remontaba el Guadalquivir hasta su confluencia con el Guadiana Menor, nombre erróneo de este río, cuestión que no hace al caso ahora, hasta pasar por Baza al valle del Guadalentín y llegaba hasta la costa mediterránea.
Vuelvo ahora a responder a la retórica pregunta con la que título este artículo. Sabemos que sí tenemos representantes en las tres cámaras. En el Congreso tenemos siete diputados, en el Senado cuatro senadores y en el Parlamento de Andalucía otros trece diputados, en total veinticuatro, número que coincide con el de los caballeros que se ocuparon del reino de Granada cuando lo conquistaron al derrotar a Boabdil, que lloró al perder un reino que no supo defender.
Nuestros veinticuatro representantes, está claro, se han ocupado poco de defender con la tenacidad exigida las dos cuestiones más importantes desde el punto de vista socioeconómico. Una la ferroviaria y otra, de la que me he ocupado en varias ocasiones, las conducciones de Rules, con un coste de unos 350 millones de euros, que se recuperarían holgadamente con el valor en lonja de la producción anual de los nuevos regadíos que se implantarían en toda nuestra comarca costera y otros municipios aledaños, aunque no estén a la orilla del mar (Jete, Ítrabo, Molvízar y Los Guájares).
En relación con la conexión ferroviaria se daría el empujón definitivo al Puerto de Motril, que por sus características técnicas (calados, longitud de muelles y superficie abrigada) y por su emplazamiento geográfico, separado unos dos kilómetros de nuestra capital costera, lo que le permite tener suelo disponibles para actividades diversas (logísticas, comerciales o industriales), se podría convertir en el puerto europeo capital para las relaciones con el continente africano, que sin duda será uno de los polos importantes en el comercio mundial.
Deseo que nuestros actuales parlamentarios se percaten de la importancia que tienen estos temas para nuestra provincia y se pongan a trabajar con tesón, representar a una provincia es un gran honor, al que hay que corresponder con inteligencia, empeño y audacia, pero, a la vez, teniendo muy presente que el interés público está por encima de cualquier otro hasta el de la propia familia, como me comentó una vez un joven adolescente.
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