Pedir perdón
Huesos de aceituna ·
El PSOE debe dar ejemplo, tanto a nivel andaluz como a nivel estatal. Ha de aprovechar para ello la sentencia de los ERE'sJosé Luis González
Viernes, 22 de noviembre 2019, 23:33
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Huesos de aceituna ·
El PSOE debe dar ejemplo, tanto a nivel andaluz como a nivel estatal. Ha de aprovechar para ello la sentencia de los ERE'sJosé Luis González
Viernes, 22 de noviembre 2019, 23:33
Lo siento mucho; me he equivocado y no volverá a ocurrir». ¿Recuerdan? Esta fue la fórmula indubitada para pedir perdón de la que se valió el entonces Rey don Juan Carlos después de la metedura de pata que supuso su inopinado viaje a Botsuana, donde ... se rompió la cadera. Al margen de otras consideraciones sobre aquellos hechos, el monarca hizo lo que tenía que hacer. Sin embargo, no solo es que aquel fuera un hecho sin precedentes, es que fue tan puntual que tampoco se ha vuelto a producir. Así es España; así somos los españoles. Ya ven si no han sucedido cosas en este país durante los últimos años a nivel político e institucional que, con la mínima decencia exigible a sus protagonistas, hubieran merecido el ruego de perdón al conjunto de la ciudadanía. Pues no. Ni sucedió algo tan extraordinario tras la vergonzante sentencia de la 'Gürtel', ni tras el golpe independentista a las instituciones democráticas catalanas, ni ahora tras la sentencia –aún no firme– de los ERE's. Todo esto por citar los casos más recientes, porque si echamos la vista atrás en democracia, a los ejemplos del golpe de Estado de 1981, del caso Filesa o el de los GAL, de la Guerra de Irak o de los accidentes del Yac-42 y del Prestige, apaga y vámonos.
Es hora de marcar distancias con esta dinámica. Aunque sea, otra vez, desde la izquierda. Es hora de pedir perdón por los desmanes marcados en rojo y azul durante toda una época. El PSOE debe dar ejemplo, tanto a nivel andaluz como a nivel estatal. Ha de aprovechar para ello la sentencia de los ERE's, que, aun no siendo firme, delata al menos la relajación punible en los controles de una cantidad ingente de dinero público. Dejar meridianamente claro que 'nos hemos equivocado' y que 'no volverá a ocurrir', parafraseando a Don Juan Carlos. Será, sin lugar a dudas, el mejor modo de dignificar el maltrecho nombre de la política. Y sí, repito, otra vez desde la izquierda. Porque el otro partido que ha contado con responsabilidad de gobierno a todos los niveles en estos últimos 40 años, el PP, nunca hizo nada semejante. Siquiera cuando fue condenado mediante sentencia firme –esta vez sí– por corrupción 'como partícipe a título lucrativo' en el 'caso Gürtel'.
Es más, durante las horas posteriores a la notificación de la sentencia de los ERE's, daba la impresión de que sus representantes gritaban: «¡ahora os vais a enterar!». Daban igual las penas, los delitos o los costosos perjuicios a la sociedad: «¡ahora nos toca a nosotros!». Ahí teníamos al número dos de los populares, Teodoro García Egea, en una apremiante rueda de prensa, henchido de gloria, grandilocuente, cuantificando euros, mostrando tuits en cartón pluma –al parecer se le dan bien las redes sociales–, exigiendo comparecencias y pidiendo responsabilidades políticas. Claro, en una sociedad de la información que hiciese honor a tal nombre gracias a la buena memoria, al contraste y el discernimiento entre la verdad y la falsedad, entre la noticia y el 'fake', sus palabras tan solo hubieran provocado sorna o indignación. Es que García Egea estaba exigiendo que los socialistas obraran exactamente al contrario de cómo había obrado su partido tan solo unos meses antes con motivo de la sentencia firme –esta sí– de la 'Gürtel'. Por no hablar del escarnio al que nos sometió Mariano Rajoy, rodeado de toda la cúpula popular, cuando estalló este caso.
En fin, soy plenamente consciente de que, por ejemplo, a José Antonio Griñán no se le ha encontrado una bolsa de basura llena de billetes de 500 euros en el altillo del armario de sus suegros, ni se ha tenido que requerir a un banco suizo para que informe sobre sus cuentas allí –básicamente porque no tiene–, ni ha acopiado suficientes sobres vacíos para una comunicación epistolar diaria durante toda su vida. También lo soy de que el Tribunal Supremo es posible que revise a la baja las penas impuestas en la sentencia emanada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Sevilla. No son pocos los juristas que así lo afirman. Uno de ellos, Javier Pérez-Royo, en eldiario.es, incluso animaba a los condenados a querellarse contra los magistrados de este tribunal por lo que él define, nada menos, como 'monstruosidad jurídica' e 'ignorancia inexcusable'. Y, del mismo modo, sé con absoluta seguridad que Griñán podrá mirar a los ojos de sus hijos sin sentir el más mínimo asomo de vergüenza. Pero también es obvio –como él mismo reconoció– que, aun con las mejores intenciones, se equivocaron en dejar el camino expedito a los canallas que, estos sí, presuntamente robaron a manos llenas. Usos y gentucilla que suelen colarse por las alcantarillas del poder cuando este se prolonga durante décadas. Por eso hay que pedir perdón. Y cuanto antes, mejor.
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