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Ángel Iturbide
Periodista
Sábado, 2 de noviembre 2024, 22:51
El miércoles casi no pude ni comer. Estaba tan impresionado, tan en shock (por utilizar un término en inglés que todo el mundo entiende), que acabé bloqueado. Imagino que como el resto de españoles que seguíamos, en ese momento, los informativos y el incremento constante de los muertos por la DANA que arrasó la comunidad valenciana y otros puntos de Castilla la Mancha y Andalucía. Y todavía lo estamos porque lo ocurrido en el levante español nos ha dejado inmersos en una profunda tristeza e impotencia ante la furia de la naturaleza. ¡Qué lección nos ha dado! Seguimos tan chulescos atentando contra lo natural; tan prepotentes pensando que no pasa nada; tan imbéciles, algunos, negando el cambio climático que la naturaleza se ha vengado o, por lo menos, ha dicho hasta aquí hemos llegado. Y si de esta no aprendemos no lo haremos nunca porque la tragedia histórica de estos días no tiene comparaciones a las que acudir. Y como no aprendemos seguimos haciendo lo que nos da la gana pensando que, si en verdad el cambio climático es una realidad, a nosotros no nos afectará, puesto que en 50, 60 ó 70 años habremos desaparecido. Pero qué energúmenos llegamos a ser. Pensamos en nosotros, en que nos escaparemos, pero ahí se quedarán nuestros hijos, nuestros nietos pero, claro, eso no lo vamos a vivir ni a sentir.
Y alguien tendrá que pedir perdón por tanta frivolidad de la que somos capaces. Mientras este país estaba mudo de consternación por lo que se iba sabiendo y se iba viendo, en el Congreso de los Diputados, el lugar donde últimamente más se hace el ridículo, estaban los partidos a lo suyo, a la greña, al y tu más y a ver quién suelta la barbaridad más grande como si de una competición se tratara. Ahí estaban nuestros próceres entretenidos tirándose las vergüenzas a la cabeza. Comenzó la sesión de control en los términos de siempre, en las formas que abochornan a todos menos a ellos, que no se sonrojan por nada tal es la coraza de desvergüenza que se han fabricado. Como en esos momentos los muertos por la DANA no superaba la decena, pues no merecía la pena suspender la sesión no fuera que de no poder verter sobre los demás el veneno acumulado se mordieran la lengua y se envenenaran. A medida que transcurría la sesión la cifra de muertos iba en aumento y todo hacía presagiar que sería insoportable. Total que, finalmente, la sesión de control al Gobierno, o la sesión de insultos de aquí para allá y de allá para aquí, se suspendía. Pero los diputados en vez de irse a casa a estarse un rato en silencio, la presidenta del Congreso, Francina Armengol, reunió a la Mesa y a la Junta de Portavoces para tomar una decisión que debió ser unánime, pero que no lo fue. Mientras el PP y Vox pedían cancelar toda la actividad parlamentaria, al final se impuso el criterio del PSOE y de los socios del Gobierno y la sesión de control quedó definitivamente suspendida, pero no así el pleno extraordinario con un único punto del orden del día, que no era otro que la convalidación del real decreto ley que rebaja a absoluta la mayoría para elegir a los consejeros de RTVE y ampliar a 15 su número. Así pues el pleno se reanudó sin los diputados de PP, Vox y Compromís que abandonaron el hemiciclo. Y por supuesto, el real decreto ley salió adelante.
¿De verdad era tan urgente proceder a esa votación que no podía esperar unos días y respetar de verdad las tres jornadas de luto oficial decretados? Yo creo que no lo era y que el papel de los socialistas y de sus socios de gobierno no es sino una falta de respeto a los muertos y a sus familias y a todo un país. Por eso digo que alguien con un mínimo sentido común tiene que pedir perdón. Luego, la desfachatez la puso el portavoz socialista Patxi López que afirmó tajante que «nuestro trabajo es legislar». Cara dura más grande, imposible. No parece que fuera ese el papel del Gobierno y de sus diputados cuando Pedro Sánchez decidió tomarse cinco días de reflexión. No sé dónde estuvieron en ese momento Patxi López y el resto de compañeros de bancada. Y han pasado los días y el espectáculo continúa con acusaciones sobre la gestión de todo lo ocurrido.
Pero si lo anterior no tiene perdón, tampoco lo tiene que ya por la tarde y con la cifra de muertos disparada la Real Federación Española de Fútbol no tuviera la dignidad de suspender los partidos de Copa del Rey que se tenían que jugar esa tarde. Y todos comenzaron con un minuto de silencio y luego a jalear, aplaudir y festejar los goles del equipo. ¿Costaba tanto mostrar un poco de sensibilidad y suspender todos esos partidos? Una lección más de no saber estar a la altura de lo que demanda un país y de una tragedia de semejante magnitud. Al menos, la alcaldesa de Almería, María del Mar Vázquez, sí estuvo a la altura y suspendió la 'noche en negro'.
Por todo ello digo que alguien tiene que pedir perdón. Pero pedirlo, ya.
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