Pensamiento y cuñadismo
La Carrera ·
Alguien me decía que la antítesis del pensamiento crítico es el cuñadismo, un término coloquial, que viene a ser esa actitud de quien aparenta saber de todoSecciones
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Alguien me decía que la antítesis del pensamiento crítico es el cuñadismo, un término coloquial, que viene a ser esa actitud de quien aparenta saber de todoEstamos sumidos en un torrente donde la información y la comunicación corren mostrando al alimón sus dos caras, la de las certezas y las falsedades veladas. Y desde ahí tenemos que hacer valer nuestro desarrollo individual y colectivo. Nos comportamos de acuerdo a lo que ... creemos. La idea que tengamos acerca de nuestra libertad personal, de nuestra capacidad para enfrentarnos con los problemas, y liberarnos de los determinismos, tanto físicos, como mentales, culturales, sociales y económicos, es un elemento determinante en nuestra manera de actuar. En esa tesitura hay muchos momentos en que me veo pesimista a la hora de ponderar los valores que nos definen actualmente en esa pugna ente lo que somos y lo que creemos ser. Estamos dando la espalda a lo que podemos llamar en general pensamiento crítico, que se refiere a razonar, a poner en cuestión muchas verdades que vienen impuestas. El término se refiere a utilizar el conocimiento y la inteligencia para llegar, de forma efectiva, a la posición más razonable y justificada sobre las diferentes vicisitudes que nos encontramos. Ser capaz de usar un pensamiento crítico significa que se piensa por uno mismo, que no hay que aceptar las ideas y opiniones de los demás sencillamente porque ellos lo dicen, porque lo impone la mayoría, o porque está establecido socialmente no se sabe bien cómo, ni por qué. Se trata de que nos activemos, de que discurramos. No podemos acomodarnos al dejarnos llevar. Debemos de plantearnos las diferentes vicisitudes, conocer los diversos argumentos, e intentar tomar una decisión al respecto. Es ejercitarnos en la capacidad de distinguir, o sea, de tener criterios acerca de los elementos que están implicados en una cuestión, como se relacionan entre sí, como se afectan los unos con los otros y como cada uno de ellos incide en el conjunto. Dicho así parece que propongo complicarnos prácticamente cada paso que damos. Pero es que hoy en día estamos aturdidos, oxidados a la hora de usar el pensamiento crítico. Y nuestros políticos lo saben y en general nos toman por tontos, saben que dejamos desamparado un importante cajón de nuestra naturaleza humana, y ahí que nos cargan con las dobleces de sus píldoras. Por eso es trascendental tener muy activados el conocimiento y la inteligencia para poder afrontar la postura más razonable y justificada sobre un tema. Es contar con la capacidad para reconocer, construir y evaluar argumentos. ¿Lo solemos hacer? Diría que más bien no. Alguien me decía que la antítesis del pensamiento crítico es el cuñadismo, un término coloquial, que viene a ser esa actitud de quien aparenta saber de todo y habla sin saber pero imponiendo su opinión o se esfuerza por mostrar a los demás lo bien que hace las cosas. Ante esto ya decía Baltasar Gracián que «el primer paso de la ignorancia es presumir saber». Dicen que el cuñadismo es una pandemia en España, que puede parecer de hoy, pero que viene de la noche de los tiempos. Es ese 'listillo' que todo la sabe siempre y que además siempre está dispuesto para disparar el: «te lo dijeeee...», ese proceder tan ventajista y tan español. Porque el cuñado (sigamos con la imagen coloquial) no es que haga cualquier predicción, sino que se regodea evaluando en su terreno las cosas a toro pasado, especialmente cuando algo no ha salido a gusto de su interlocutor. Cuando estamos ante un cuñado, y mostramos una pequeña duda, eso es gasolina para él, siempre dispuesto a prender nuestra autoestima.
Por eso, es fundamental el papel de los 'intelectuales', aunque ahora los llamemos de otros modos. Los viejos intelectuales, a los que se les contempla hoy entre la lástima y desdén, son piezas claves en ese día a día bombardeado de pos verdad, son cruciales como referentes, como esos 'pepito grillo' que intervienen como conciencia y palanca del pensamiento crítico en tantas áreas vitales de nuestra vida; y en definitiva, como modelos para seguir en su actitud de reflexión analítica. Son esas personas que deben hacerse oír fuera de sus áreas de trabajo sobre cuestiones sociales determinantes, y la política, los valores, la educación, la convivencia,..., lo son. Deberían aportar al debate público argumentos o propuestas que trascendiesen las cautelas del pragmatismo y el cuñadismo actuales, para así enriquecer la comprensión, el debate público y los valores, individuales y colectivos, y no la confusión o la simplificación.
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