Hace unas semanas, D. Ángel Viñas habló en la Madraza, invitado por la Cátedra Antonio Domínguez Ortiz de la UGR, sobre sus últimos descubrimientos sobre la Guerra Civil española, su especialidad, plasmada en casi infinitas publicaciones, libros, conferencias, entrevistas... Y el pasado día 3 de ... octubre en el diario IDEAL de Granada respondió y expuso algunas de sus ideas sobre el asunto. D. Ángel Viñas Martín es una persona de gran formación: técnico comercial y economista del Estado, una de las oposiciones de más prestigio entre los cuerpos de funcionarios de Estado, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid, profesor de la Escuela Diplomática e historiador especializado de la Guerra Civil española. A ello habría que agregar el de jefe de la Delegación Europea en Naciones Unidas en New York, títulos todos ellos que justifican su intelectualidad.
A lo largo de la entrevista, breve y contundente en la respuesta, afirma que «quien quería una guerra civil en España eran los monárquicos alfonsinos y los calvosotelistas con la ayuda fascista». Añade que esta afirmación se avala con documentos, pero soslaya que los seguidores de D. Alfonso XIII, en cuyo partido Renovación Española se integraba Calvo Sotelo, apenas tenían representación parlamentaria y menos un partido político fuerte que les sustentara, por lo que difícilmente podían influir en el devenir político español de la República aunque intentaran la ayuda en armas y dinero de la Italia de Mussolini.
El Gobierno del Frente Popular de febrero de 1936 y presidido por D. Manuel Azaña fue considerado, tanto por el PSOE de D. Francisco Largo Caballero como por el Partido Comunista, un gobierno a extinguir en el corto plazo para tomar el poder por la fuerza e instaurar un régimen a imagen y semejanza del de la Rusia de Stalin, y ello justificó la negativa del PSOE a formar parte en el gobierno surgido en febrero, aún siendo el partido más votado dentro del bloque del Frente Popular, a pesar de los esfuerzos deD. Indalecio Prieto por participar en el gobierno de Azaña junto con los republicanos de izquierda. ¿No fue esa actitud mucho más grave que la señalada más arriba?
Más adelante y sobre «dejar el pasado en paz», afirma que todo lo que se ha descubierto desde la muerte de Franco «no penetra en la enseñanza secundaria, no penetra en el pueblo porque la Transición se olvidó del pasado», y es cierto, pero también lo es que aquellos que la construyeron, la Transición, hicieron un esfuerzo de renuncia a todo lo pretérito para el inicio en paz de la nueva etapa en España, pero para el señor Viñas revivir el pasado se ciñe solo a Franco, y no son pasado para él la cárcel Modelo, Paracuellos, Aravaca, Torrejón de Ardoz… las prisiones de Ventas, Porlier, Duque de Sesto, Conde de Toreno… los tribunales revolucionarios del Frente Popular, CNT-FAI, JSU, PCE… donde se ejecutó sin piedad a miles de madrileños porque todos, ¡todos!, eran de la quinta columna. Aquí, en la provincia, la carretera de Murtas a Turón, en la sierra de la Contraviesa, yacen aún los restos de los asesinados en aquellos terribles años.
D. Ángel Viñas es un hombre dominado por el sectarismo que, paradójicamente, hace compatible con su sólida formación, vicio éste fuertemente arraigado en la izquierda que se siente hiperlegitimada, ¡solo ella!, para ejercer la democracia, excluyendo a todo el que no comulga con sus principios como se hizo en la República con la derecha del Sr. Gil Robles y liberal de D. Alejandro Lerroux. El entrevistado lo sabe de sobra, no en vano ha dedicado muchas horas a investigar y escribir sobre la II República y la Guerra Civil pero siempre de una forma unidireccional, callando y ocultando la grave situación que se vivió en España los meses previos al 18 de julio de 1936.
Pocas son las familias españolas que no cuentan entre sus antepasados, que vivieron aquellos trágicos años, con víctimas que lo fueron de alguno de los dos bandos enfrentados, pero en los últimos años, la Ley de Memoria Histórica, ha reavivado un debate que parece no tener fin y que resalta los asesinatos a manos de uno de los contendientes como si el otro bando tuviese las manos limpias.
Que el vencedor de aquella guerra fratricida implantara una dictadura al final de la contienda no debe sorprender a nadie porque, si esa victoria hubiese caído del lado opuesto, ¿alguien cree que habría sobrevivido la República de 1931? Pues no. Habría sido una dictadura comunista con Dª Dolores Ibarruri, D. Santiago Carrillo, Lister, Araquistain y tantos otros al frente de ella que habrían llevado hasta el final las consignas de la III Internacional Comunista, precisamente en unos años dolorosos para Rusia por las purgas ordenadas por Stalin en los años 1937-38 que acabaron con millones de rusos, o asesinados o en campos de concentración.
D. Manuel Azaña termina su discurso el 18 de julio de 1938 en el Ayuntamiento de Barcelona con estas conmovedoras palabras: «... la de esos hombres, que han caído embravecidos en la batalla luchando magnánimamente por un ideal grandioso y que ahora, abrigados por la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, piedad y perdón».
Nuestra juventud, no solo la juventud, debe conocer toda la verdad sobre la guerra civil, pero toda la verdad, despojada de sectarismo, para que nunca más los españoles caigamos en la tentación de repetir aquella gran tragedia.
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