Posverdad y necesidad de verdad
Posverdad a debate ·
El mejor remedio para combatir las preocupantes consecuencias del fenómeno posverdad es la búsqueda de los ámbitos cotidianos en los que tenemos experiencia y constancia de la verdadPosverdad a debate ·
El mejor remedio para combatir las preocupantes consecuencias del fenómeno posverdad es la búsqueda de los ámbitos cotidianos en los que tenemos experiencia y constancia de la verdad«Podemos vivir sin verdades? Ésta es una pregunta que es importante hacerse en un contexto en el que el valor de la verdad se está poniendo en cuestión. En el contexto de la posverdad, por devaluada que esté la verdad… ¿se puede prescindir realmente ... de todas las verdades?
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En una situación donde la desconfianza hacia los medios, hacia los políticos e incluso hacia la comunidad científica está bastante extendida, se cuestiona el papel que la verdad tiene en la sociedad. El problema filosófico que subyace a esta cuestión es que apelar a instancias de verificación (tales como 'factchec kers') no sirve o, al menos, no es suficiente para hacer cambiar de opinión a un público ya convencido de cierta información falsa o manipulada. La mediación tecnológica permite que la información sea difundida masivamente, lo cual imposibilita en la práctica la contrastación de la misma por parte de los usuarios. Los sesgos cognitivos se encargan del resto: confirmación de la información que se adecúa a nuestras creencias y valores, reacción frente a datos y estadísticas contrarios a nuestra ideología, distorsiones y selectividad de la memoria… Está en juego, por tanto, no solo el reto de la desinformación sino algo cualitativamente distinto: la devaluación de la verdad en la sociedad actual.
Verdades hay de muy diversa índole: desde la confesión de una infidelidad hasta la confirmación de la existencia del bosón de Higgs. Desde esta perspectiva amplia de lo que es la verdad, cabe reconsiderar el diagnóstico que sostiene que el contexto de posverdad tiene como consecuencia la 'muerte de la verdad'. La verdad, se quiera o no, convive con la posverdad. Como fenómeno es algo que le pasa a la verdad. Y como mecanismo de distorsión de las realidades requiere inextricablemente de medios que verdaderamente sean efectivos, a saber: para que un bulo político se extienda por Whatsapp, se requiere, entre otras tantas cosas, la confianza del agente manipulador en que el bulo va tener cierto rédito político (confianza por la cual se está dispuesto a pagar); dispositivos móviles verdaderamente funcionales para distribuir y recibir la información; redes de comunicación que hagan posible la transmisión de la información…
En definitiva, es necesario cierto valor de verdad incluso como trasfondo del fenómeno posverdad. La verdad, en un sentido antropológico, está ineludiblemente presente en la conducta del ser humano. Por ello, el mejor remedio para combatir las preocupantes consecuencias del fenómeno posverdad es la búsqueda de los ámbitos cotidianos en los que tenemos experiencia y constancia de la verdad.
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