Cuando se construyó Rules los más ingenuos creímos que las aguas almacenadas en aquella presa servirían para paliar la sed de la Costa Tropical, pero ¡quía!, el correr del tiempo nos hizo ver que aquello estaba destinado a ser la piscina más grande de la ... Penibética para solaz de patos y surfistas. Ahora hemos descubierto que es el lugar elegido por los 'narcos' para ajustar sus cuentas. Rules se ha convertido en un OK Corral, que va a dejar en mantillas al poblado almeriense de Tabernas. Quién iba a pensar que ese pantano iba a ser uno de los puntos calientes del mercado de la 'maría'. No sabemos si el tiroteo fue una cosa pasajera, una nueva atracción de la provincia que sorprende al viajero y al autóctono, o un efecto colateral de la canícula. Dejemos que las fuerzas del orden vayan aclarando por qué los 'malos' han optado por ajustar sus cuentas junto a este lago y marchemos con la nueva oleada de veraneantes hasta el rebalaje. Allí, entre la brisa de sal y el aroma de espetos, la gente prefiere entretenerse con el sudoku o la sopa de letras del periódico antes que leer las noticias que todas las mañanas nos recuerdan como galopa la inflación.
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Tampoco es muy dado el personal a mirar la tele del chiringuito para ver cómo al doctor Sánchez le va cambiando la cara de galán de barrio por la de cemento armado. El debate sobre el Estado de la Nación no casa con la canícula. Lo sabe hasta Pepe Álvarez, el baranda de los ugetistas que apenas curró durante tres años antes de dedicarse a la cosa sindical. Y si él, con tan enjuto currículum laboral, dice que nos hemos ganado las vacaciones, muchas más razones acompañan a quienes de verdad sostienen la economía nacional con su trabajo. El debate, con estas calores, ha pasado como un soplo de viento sahariano entre los chiringuitos y las siestas, sobrevolando las partidas de dominó en las terrazas y la galbana acostada en las hamacas. El caso es que de la Carrera de San Jerónimo han salido varios cestos llenos de despropósitos y algún cabo de soga para atar desmanes. Pero, excepto los que sufren por los males de la patria y los que se cabrean por los chanchullos del doctor presidente, pocos han sido los seguidores de estos debates. Lo que sí ha quedando claro, aleteando entre las sombrillas, es que quieren cambiarnos hasta la memoria de lo que hemos visto y vivido a quienes lo vimos y lo vivimos. Estamos, lo repito, en plena canícula, pero ya se nos helará la sangre en septiembre, cuando comprobemos que nosotros, los de ahora, no seremos los mismos. Constataremos también que las hormiguitas europeas han ido preparándose durante este estío para un invierno con poco gas y alguna que otra Filomena, mientras las cigarras hispanas nos dedicábamos a correr hacia las barras buscando una cerveza fresquita cual si fuera el último maná.
No sé por qué me sale esta vena de Savonarola de vía estrecha para predicar contra la depravación de los poderosos, fingidores y corruptos desde este púlpito de papel. Son los padres de la patria quienes han de explicarnos qué hay más allá de todo lo votado y acordado. Sí sabemos que al anunciarse el impuesto a la banca muchos abuelos vieron cómo el paquetillo de acciones que tenían para redondear la pensión había perdido en un santiamén más de un diez por ciento de su valor. No fue como el tiroteo de Rules, pero causó más víctimas. Era fuego amigo, otro prodigio de la canícula.
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