Sin propósito de enmienda

Puerta Real ·

Dan palos de ciego y buscan quitarse responsabilidades por la vía de reprocharse inutilidades. El espectáculo es bochornoso

manuel montero

Jueves, 21 de enero 2021, 22:35

Se suceden los desastres, pero la política no espabila. Una y otra vez la respuesta es mediocre, deficiente o fatal. Llegó la pandemia y no sólo fue acogida con sorpresa –había avisos, pero parecía que el asunto no iba con nosotros–, sino con inaudita incompetencia. ... Lo mismo en la segunda ola y en la tercera, como si fuese imposible aprender. Vino la nevada Filomena, bien anunciada, e ídem de lienzo. Llega la vacuna, ansiada y programada, y, por lo que se ve, a las autoridades les ha cogido fuera de juego. Están echando a andar a trancas y barrancas. Ninguna planificación.

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No nos escandaliza, porque culturalmente tenemos enraizada la idea de que lo nuestro ha sido siempre un desastre: por tanto, todo lo que puede ir mal irá peor. Como un castigo divino inevitable.

Aun así, la ciudadanía está perpleja. Esto se ha convertido en una sucesión aciaga de golpes del destino que vienen acompañados por la parálisis política, la sobreactuación propagandista y la bronca entre partidos, incluyendo reclamaciones judiciales entre Gobierno y autonomías. De no creer.

La absurda disputa partidista contraviene la impresión general de que unos y otros tienen parecida incompetencia, sean socialistas, populares, podemitas, nacionalistas, independentistas y demás tribus a cargo de lo nuestro. Aseguran que nadie pudo prever lo que venía, dan palos de ciego y buscan quitarse responsabilidades por la vía de reprocharse inutilidades.

El espectáculo es bochornoso. Para más inri, los gerifaltes mayores se pierden por sus ramas. Con la que está cayendo, nos lleva a una realidad alternativa un vicepresidente dedicado a conspirar contra la monarquía o a salvar la cara del prófugo Puigdemont ¡comparándolo con los republicanos exiliados! No sólo éstos se sienten insultados.

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Este sainete da en sórdido porque coincide con un momento crítico en el que está en juego nuestro inmediato futuro sanitario y el funcionamiento económico. Como si los centenares de muertes, la salud y el desplome económico fuesen cuestiones secundarias, en comparación las paranoias ideológicas y revoluciones de salón.

Nuestros dirigentes parecen creer que lograremos la dicha con la lluvia de millones que caerá desde la UE, pero estamos apañados si los gestionan como vienen haciendo con lo que tienen entre manos.

Todos vienen a creer –eso difunden– que ellos lo hacen maravillosamente, al contrario que sus adversarios/enemigos, por lo que si estuviesen solos viviríamos en el paraíso. Dedicados a sus jueguecitos ideológicos, sería terrible.

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La incompetencia en la gestión pública comienza a ser el principal problema que tenemos en España, el que nos lleva al carajo. Se echa en falta que los partidos presenten fórmulas para mejorarla. ¿Es pedir peras al olmo? Alguien propuso analizar qué ha fallado en la gestión de la pandemia y corregir los errores de cara al futuro. Quedó en agua de borrajas.

Lo peor: si la política nombrase una comisión sobre la gestión de esta crisis serviría sólo para otra bronca, no para sacar consecuencias que nos saquen del hoyo. No se ve propósito de enmienda.

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