José Solís Ruiz era de Cabra, fue la sonrisa del régimen franquista. La carretera de Málaga a Córdoba daba muchas vueltas porque el ministro quería a la fuerza que pasara por su ciudad. Carmen Calvo, también de Cabra, es el rictus del régimen sanchista. Y ... debe saber que gracias al latín los de su ciudad se llaman 'egabrenses' y no lo otro. Pues bien, la Carmen nos ha salido torera y ha prologado un libro, 'Los toros, desde la izquierda', a Eneko Andueza, portavoz socialista en el Parlamento vasco y aficionado a los toros gracias a su abuelo Mauricio, quien le inculcó los valores socialistas y el toreo de Paco Camino. El tal Eneko piensa que el toreo es una forma de ser, una filosofía, una manera de entender la existencia al hilo de unos principios y valores muy concretos. Pero es consciente de que no está en la línea ideológica oficial del partido. E intenta destacar la relevancia que ha tenido la tauromaquia en el pensamiento de la izquierda, y resaltar el papel de la fiesta en la historia, la economía y su relación con valores fundamentales. A ver si desaparece el complejo que muchos tienen sobre los toros.
Para Andueza los valores de la tauromaquia son: igualdad, solidaridad, ecologismo, economía social, lucha feminista, veta internacionalista y cultura. Pero el complejo permanece, y, quizá, el primer partido que lo arrastra sea el suyo. «La propia izquierda disocia determinados valores de la realidad, y eso es un error. Y lo ha hecho con conquistas sociales que se han alcanzado gracias a la tauromaquia. No reconocerlo es señal de que existe un cierto complejo en la izquierda en general. No creo que sea incompatible ser votante de Podemos, Izquierda Unida o PSOE y aficionado a los toros. No por ser de izquierdas hay que declararse animalista o antitaurino, porque ello denota que mucha gente carece de una personalidad madura», dice Andueza.
Ir a los toros es una de las actividades más progresistas que se pueden hacer en la vida. El intento de partidos ligados a la derecha de patrimonializar la fiesta ha sido un error. Se dice a veces que la fiesta no es de izquierdas ni de derechas, porque pertenece a todos y es un elemento de cohesión social; por ello, sería muy injusto encasillarla en una tendencia política determinada. La tauromaquia pertenece al pueblo desde sus orígenes, allá por el siglo XVI, cuando las capas populares se rebelan contra la nobleza y reivindican su participación activa y protagonista. Ese es el comienzo del vínculo de la fiesta de los toros con la izquierda, cuando el pueblo la hace suya. Yo, por ejemplo, iba a ver torear a Ordóñez en la goyesca de Ronda al tendido del PSOE, rodeado de socialistas. Otras veces he ido al tendido 3 de la monumental de Frascuelo, junto a mis amigos Juan Alfredo y Teresa Jiménez; allí donde había otros progresistas. Yo he entrado varias veces con entradas regaladas por las diputaciones de Jaén y Málaga. Que hay mucho pufo en todo esto. Sin ir más lejos, Ábalos, el autoritario, es hijo de banderillero. El mismo Picasso, tan rojo, adoraba los toros; ya quisiera yo que hubiera hecho otro cuadro, el del bombardeo de Cabra. Las circunstancias han cambiado, y hoy no está bien visto ser aficionado a los toros y militar en un partido de izquierda.
Los toros tienen futuro si todos somos capaces de entender algo fundamental: sin autenticidad no hay emoción; sin verdad no hay futuro. Quizá por eso hay que defender el toro íntegro como eje fundamental del espectáculo. Respecto a los toreros, cada cual tiene sus gustos y sus querencias. Para Endueza, el torero es Paco Camino. También Andrés Amorós piensa que el torero torero era Paco Camino: clasicismo, valentía y gracia. Otros creen hasta en Morante. Yo, con José Tomás y con los encierros de los pueblos del Marquesado del Zenete, me conformo.
Hay quien utiliza el léxico taurino para un discurso político, como cuando Casado le dijo al presidente en el Congreso, a propósito de la moción de censura: «Ud. no ha podido con el morlaco. Quería cortar las dos orejas del PP, a base de no taparse, de toreo al natural, de verónicas, de muleta ceñida. Pero ha matado de un bajonazo. Y ha acabado de monosabio del Sr. Iglesias».
A veces el léxico taurino se ha inoculado en el vocabulario general y ya no lo reconocemos como tal. Por ejemplo. Un empresario gasta malas faenas a su cuadrilla de empleados; a veces aparenta ser manso, pero acude a toda suerte de engaños, se tapa, es diestro en el acoso, parece reservón pero te puede dar un viaje o un quiebro hasta humillarte; a veces se muestra templado, reculando, buscando tablas, descastado, empitonado, que no tiene un pase, que no tiene alternativa, que está para el arrastre, que le tienes metido en una buena encerrona. No te lo creas. Verás cómo hace una faena de aliño. Verás cómo se arrima. Y al final corta oreja. Mirando al tendido, de remate te echará a los corrales.
Este vocabulario, heredado de los toros, puede ser lo único que nos quede de los toros.
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