La posverdad se suele definir entre otras cosas como una distorsión deliberada de la comunicación, que conlleva bulos, desinformación y falsedades. (...) Es producto de un uso abusivo de la razón instrumental y estratégica
Jesús Conil
Martes, 20 de diciembre 2022, 00:42
La razón humana responde a las necesidades de la vida manifestándose a través de diversas formas y en función de distintas finalidades, como ciencia, técnica, sabiduría práctica o prudencia, y se ha expresado a través de diversas voces en forma de distintas racionalidades.
Desde antiguo ... se ha distinguido entre la racionalidad del hacer productivo y la del actuar práctico, es decir, entre la razón técnica y la razón práctica. Mediante la primera somos capaces de producir todo tipo de objetos, de conseguir resultados a través del correspondiente proceso productivo. Sin embargo, la racionalidad práctica se orienta por fines y se ejerce en el orden del sentido de las actividades humanas. No es lo mismo saber hacer algo con la habilidad correspondiente que saber para qué se hace algo, cuál es su finalidad y su sentido, es decir, el bien con el que se conecta la actividad humana de que se trate.
Contemporáneamente hemos distinguido entre la racionalidad técnica, que tiene un carácter instrumental y/o estratégico y la razón práctica de carácter comunicativo. La primera ejerce su actividad dentro del esquema sujeto-objeto, mediante el cual se persigue un dominio sobre el campo objetivo y de lo que se trata es de ejercer el poder regido por el interés de dominar y manipular. En cambio, la racionalidad comunicativa se desarrolla mediante el esquema sujeto-sujeto, en la medida en que se activa y sitúa en las relaciones de intersubjetividad entre los sujetos en tanto que tales y su interés es el de establecer una experiencia de comunicación, escuchando y argumentando.
Los caracteres del fenómeno social de la posverdad, tal como se presenta en el mundo contemporáneo, son los propios del ejercicio de una racionalidad técnica, instrumental y estratégica, y supone un abandono de la auténtica racionalidad comunicativa, que conlleva intrínsecamente pretensiones de validez como la verdad y la veracidad. En cambio, la posverdad se suele definir entre otras cosas como una distorsión deliberada de la comunicación, que conlleva bulos, desinformación y falsedades. Es decir, es producto de un uso abusivo de la razón instrumental y estratégica en el ámbito de la comunicación, movida por el interés de dominación. No es, pues, un uso neutral de la razón, como a veces se quiere hacer creer debido a su mediación tecnológica, sino que se trata de un mecanismo cuyo ejercicio está cargado de una transvaloración del valor de la verdad. Y de ahí incluso su carácter ideológico.
La pugna de racionalidades en la cultura contemporánea se libra en el campo de batalla de la información y la comunicación, que es donde se ha producido este fenómeno de la posverdad, que a través de las mediaciones técnológicas y sociales es capaz de atrapar las mentes de las personas y convertirlas en mentecatas, lo cual impide el ejercicio de su sana razón, pues el empleo de los cada vez más sofisticados medios técnicos está produciendo una grave intoxicación del espacio público.
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