Por Navidad en mi casa el villancico obligado era 'el tamborilero' de Raphael. Se ponía en un tocadiscos pequeñito un disco de 45 rpm de los que regalaba de propaganda el coñac Fundador. Y mi madre hacía alfajor casero. No se olvidaban los cánticos tradicionales ... de la navidad jienense, pero todavía no habíamos llegado a las pijadas de 'Noche de paz' o el 'Adeste fideles'. Sólo por esas Navidades de niño con el olor a almendra y cidra de mi madre Raphael merece mi consideración. Sin embargo, hay más.
Permítanme una hipérbole. La Transición en España empieza en los sesenta. La cultura cambiaba y con ella la sociedad. Sin estridencias, pero imparable. Raphael pertenece a esa ruptura hacia la modernidad. A mi casa llegarían luego Jarcha, Serrat, Raimon y Labordeta. Pero habría sido más difícil sin Cecilia o Raphael.
En las noches de farolas de luz rancia, cadena única de televisión en blanco y negro o grumos de cola para el papel pintado, la sala de estar reconocía los méritos de aquel muchacho de Linares –'de la provincia, como Karina'-, aunque había bromas con la 'ph' de su nombre y se cuestionaba su histrionismo a la hora de cantar. Raphael no ha sido todavía más grande porque estuvo a caballo de dos épocas y era inclasificable en ninguna de las dos.
Protagonizó películas. Por ejemplo, 'Digan lo que digan' que, miren ustedes por dónde, la dirigió Mario Camus, director nada sospechoso de connivencia con el antiguo régimen. Sobrevivir era una necesidad por la que no podemos juzgarlos. No obstante, la memoria histórica ha sido más benévola con unos que con otros.
Yo soy de los que han llegado tarde a Raphael. He descubierto que sus letras son un precedente de Sabina o que las metáforas acumuladas en algunas de sus canciones son tantas como las que con generosidad y capacidad poética el maestro Agudo derrocha semanalmente en la otra parte de esta página sabatina.
Yo, que soy de música clásica, cuando pretendo emocionarme pongo a doña Concha Piquer. Para explicarle a la Niña Mía lo que la quiero le pongo 'Como yo te amo' mientras la miran dulces ojos extasiados. Cuando me ignora, me lamo las heridas del alma con las risas angustiosas de 'Balada triste de trompeta'. Si el reconocimiento de Andalucía es 'Su gran noche', sólo me cabe añadir que más vale tarde que nunca. Gracias, Maestro.
Yo soy aquel...niño de Linares
Para ser un hijo predilecto es necesario que los padres estén de acuerdo en el asunto. Así que no le faltan argumentos para unanimidades a Rafael Martos, RAPHAEL, que cumple 60 años en los escenarios. Y eso, por casualidad o favoritismos, no se puede conseguir sin el aplauso del público. Espero que la política y los políticos no enturbien, con sus mezquindades, el nombramiento de tan ilustre artista que ha conseguido, uno de los cuatro que hay en el mundo, disco de uranio por sus enormes ventas.
Yo, reconozco que no soy fan de RAPHAEL, pero me quito el sombrero ante su figura que es tan reconocible como decir… «el de Linares llenó el Madison Square Garden» o su conquista de Rusia que se rindió ante su talento tras su doble concierto en 1971 en San Petersburgo y Moscú. Actuaciones, cuentan las crónicas, que fueron tan míticas que hasta la ministra de Cultura rusa se volvió fervorosa 'raphaelista'.
Pues sí, el chaval de Linares, en plena dictadura se plantó en la roja Rusia con su Gran Noche mientras que muchos de los que le han minusvalorado por ciegos rencores y desconocimiento ponían los discos de Quilapayún con el volumen al mínimo por si lo oían los vecinos.
Es RAPHAEL un artista, ahora se diría un «interprete transversal», que también ha sido capaz de poner de bote en bote las navidades en España con sus especiales de Nochebuena en TVE y a todos los 'indies' en el Sonoroma encabezando el cartel del festival con el rock más alternativo. Pocos como él para hacer vibrar auditorios con una intensidad que artistas como Bunbury o Alaska, así lo han reconocido, siempre han perseguido o deseado. Que convirtieron el fenómeno fan en algo global cuando este país era un solar tapiado.
Así que ya os digo que este nombramiento de Hijo Predilecto de Andalucía me satisface porque, aunque yo no sea un gran fan, no se puede negar que se trata de uno de los más grandes artistas españoles y con más talento de las últimas décadas y espero que todo esto sirva para poner el foco en la comarca norte de la provincia. Un territorio que necesita, cómo la hará este domingo Rafael Martos, recibir el cariño -no sólo de la Junta de Andalucía (qué también)- del Gobierno de España. Que por una vez seamos predilectos, ya no digo hijos, pero que no nos sigan tomando por primos.
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