El término más utilizado para definir la actual situación, es la de «incertidumbre». En términos informáticos significa falta de información a la que se suma la creciente desinformación.
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Es difícil llegar a las fuentes de información dignas de crédito porque la información tiende a generar ... una concepción del mundo actual y es más fácil inventar la realidad que comunicarla.
Los frentes en los que los problemas amenazan con estallar son múltiples y están cerca de cada ciudadano en el precio de la luz, de la compra o en los despidos masivos. La microeconomía familiar está bien informada por recibos y facturas, la incertidumbre está en la metafísica del embrollo, en las causas últimas del mismo. Parece evidente que desde la pandemia y la guerra se están haciendo grandes fortunas tanto en el acaparamiento y la especulación como en la venta de armas.
El hecho de que las empresas energéticas o las grandes plataformas digitales manejen cifras de decenas de miles de millones, cuando el nivel de pobreza de una gran parte de la población crece a ojos vista, permite entender que salten los titulares que magnifiquen la pederastia en el episcopado francés o el independentismo catalán, el cambio climático y como el nivel del mar crece por el deshielo de los glaciares, que en realidad debiera significar que tenemos más agua a nuestra disposición.
Como inventar la verdad es más fácil que decirla, el papel del periodismo de investigación que hace reventar la podredumbre que aflora en muchos puntos del planeta, cobra la importancia tal como expresa el número de periodistas asesinados, allí donde la verdad es más necesaria.
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Para evitar redundancias no vamos a enumerar los países en que los informadores caen día tras día mientras los gobiernos miran hacia otra parte.
Cuando algún creativo propone establecer un Ministerio de la Verdad, tiemblan las carnes como cuando hay países que mantienen una 'policía de la moral' El hecho mismo de llamar a la mentira con el pomposo nombre de 'posverdad' indica claramente que no se quiere llamar a las cosas por su nombre.
El término 'posverdad' lleva el sello de las ideologías del progreso indefinido. Al decir 'posverdad' insertamos la mentira en la línea histórica en la que con más o menos zigzag, cada momento mejora el anterior. La 'posverdad' es la superación de la verdad por elevación. Por ese procedimiento, los partidarios de la verdad, son reaccionarios y los practicantes de la 'posverdad', revolucionarios. Es lo mismo que decir, en una perspectiva adolescente que los revolucionarios son los 'guay', los 'buenos'.
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Antonio Gramsci, de la serie de intelectuales comunistas italianos de gran calibre intelectual, hizo más por el comunismo que terroristas que prefieren las bombas a la inteligencia. Su idea del intelectual 'orgánico' en un contexto más leninista que estalinista, pensaba que la lucha de clases era, siguiendo a Maquiavelo, una cuestión de cabeza más que de pies.
Afortunadamente las mentiras no tienen la última palabra de la historia y no la pueden tener porque ellas son lo que no hay, no pueden prevalecer sobre lo que hay.
Es bueno advertir que la verdad es más del corazón que de la retórica, mientras que el engaño anda por el extrarradio, por el mundo de las contingencias políticas o las ficciones teatrales.
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Los galgos ladran, cada vez más lejos pero el corazón no se inmuta.
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