Sostengo la teoría de que las casas reales europeas sobreviven por el entretenimiento que dan. En este campo, confieso mi devoción por Isabel II de Inglaterra, en cuya admirable longevidad veo yo mucho sadismo. Ahora ha decidido que a Camila, cuando le llegue el turno, ... la llamen reina consorte y eso me ha parecido un toquecito de maldad muy 'british'. ¡Qué necesidad hay de darle esperanzas al pobre Carlos, cuando el hombre ha alcanzado ya la edad de pasarse las mañanas haciendo los crucigramas del 'Times' en un centro de día! Me lo imagino acostándose en el palacio de Buckingham, con el orinal debajo de la cama por si la próstata aprieta, rezando 'Las cuatro esquinitas' pero olvidándose de pedir a los angelitos por la salud de su madre, a ver si la naturaleza se pone las pilas de una vez. No le culpo. Llevar 73 años de príncipe es como llevar 73 años de monaguillo cuando todos los de tu quinta son por lo menos arzobispos.

Publicidad

Mi favorita de esta semana, no obstante, es la princesa Marta Luisa de Noruega, que ha anunciado su próxima boda con un chamán. Leo en el 'Vanity Fair' que el gurú de Marta Luisa también es el de Gwyneth Paltrow y a esa chica no sé qué demonios le dieron de comer en Talavera, pero ahora puntúa muy alto en el universo espiritualizante, druidista y veganoso. El chamán Durek limpia los chacras con tanto esmero que a sus clientas les hace firmar un papelito para que no le demanden si se ve obligado a pasarles el Pronto y el paño por sitios oscuros. Nunca se sabe dónde pueden esconderse las pelusillas místicas. Ay, Durek, chamán mío, ándate con ojo con la nobleza. Recuerda lo que cantaba el rey don Rodrigo mientras le devoraba la culebra: «Ya me come, ya me come/ por do más pecado había».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad