Nuestro presidente Pedro Sánchez ha acometido una profunda remodelación de su Gobierno por la que aparta a unos ministros que han sido sustituidos por otros. Entre estas sustituciones, la ministra de Educación Isabel Celaá ha sido reemplazada por Pilar Alegría, diplomada en Magisterio. Tiene por ... delante el reto de aplicar la Lomloe, octava ley educativa de nuestra democracia, a través de los reales decretos que la regularán. Esta es una cuestión de mucho calado por la relevancia que la educación tiene en potenciar el capital humano de un país y para contribuir a la nivelación de desigualdades sociales de sus ciudadanos.
Bajo mi criterio, me atrevo a señalar algunas temáticas que la nueva ministra debería subsanar, lo que conllevaría una sustancial mejora en nuestro sistema educativo. Un indicador inteligente que facilitaría las reformas serie el de consensuarlas con la oposición para dar tranquilidad a profesores, padres y alumnos, y lo más importante, evitar que cuando otro partido llegue el Gobierno las derogue; práctica esta habitual y nefasta en nuestra democracia. La titular de la cartera de Educación ya ha declarado a la prensa que «quienes me conocen saben que siempre he valorado la fuerza del diálogo y del consenso a la hora de implementar políticas públicas»: un buen comienzo sin duda. Una cuestión transversal a todas las medidas sería la de hacer una declaración de principios que pusiera de manifiesto el respeto y la dignidad del profesorado. En unos tiempos convulsos en los que este colectivo no está bien valorado por nuestra sociedad, a pesar de su encomiable labor, sería una buena inyección de autoestima que redundaría en una mejora de su trabajo. Sinceramente creo que lo necesita.
Reducir la tasa de abandono escolar temprano no es una cuestión menor. Y es que España es el país de la UE con la mayor tasa de jóvenes que no estudian más allá de la ESO: un 17% frente al 10% de la media de la Unión Europea. Respecto al primer ciclo (0-3 años) de Educación Infantil, debería ser universal, gratuito y con un carácter eminentemente educativo porque los niños en la escuela no se guardan sino que se educan. Urge igualmente potenciar el nivel lecto-escritor de nuestros alumnos de educación obligatoria (6-16 años) dado que la competencia lingüística es esencial en estas edades. El alumnado debería acabar este período con un nivel excelente en comprensión y expresión oral y escrita donde la corrección ortográfica no sería un tema baladí. Y esto porque dicha competencia es común a todas la asignaturas del currículo. También para que nuestros alumnos dejen de ser el 'farolillo rojo' en el Programa para la evaluación internacional de los estudiantes» (PISA).
Un indicador inteligente que facilitaría las reformas seria el de consensuarlas con la oposición
De capital importancia sería reforzar los estudios de Formación Profesional (FP) que por desgracia y desde la aparición de la Ley 14/1970, de 4 de agosto, general de educación y financiamiento de la reforma educativa, impulsada por Villar Palasí, se hallan estigmatizados. Todos sabemos la importancia de cualificar a nuestros jóvenes en un buen oficio que les facilite su inserción laboral. Otro atractivo de estos estudios es que los estudiantes pueden compaginar formación y trabajo a través de la Formación Profesional Dual, y que el Gobierno está diseñando títulos relacionados con la economía digital como gabricación inteligente, ciberseguridad, big data, robótica o vehículos autónomos: los empleos del futuro. Además, el título de técnico superior permite el acceso a los estudios universitarios de Grado sin necesidad de hacer la prueba de acceso (selectividad).
También la ministra debería revisar el sistema de acceso a la función pública del profesorado de Educación Secundaria. Considero que el actual requisito de estar en posesión del título de máster universitario en formación del profesorado de ESO, Bachillerato, Formación Profesional y enseñanza de idiomas es insuficiente. Desde mi punto de vista, la solución podría ir por incorporar en los cursos tercero y cuarto de los Grados universitarios conocimientos pedagógicos para los estudiantes que deseen impartir docencia en estas enseñanzas. Estoy proponiendo que al finalizar el segundo curso de Grado se abran dos itinerarios: el que desembocaría en la docencia y el que lo haría en el ingreso al mercado laboral con un perfil profesional específico.
La última medida, pero no por eso menos importante, hace referencia a la ense-ñanza bilingüe en España. Este modelo educativo nació allá por 1996 y los colegios que lo ofertaban tenían el pedigrí de innovación y calidad. Después de todos estos años de implantación ha cundido el desánimo por los flacos resultados. De esta manera leemos hoy en la prensa que casi 90 centros de Primaria y Secundaria de Castilla-La Mancha, Castilla-León y Navarra salen del programa bilingüe y vuelven a dar las asignaturas en español por los problemas de aprendizaje de los alumnos; y es que ni aprenden inglés ni las materias.
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