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Se cumplen cuarenta años de la mítica película Blade Runner; que se convirtió en una obra de culto. Elementos esenciales en la misma son los ... replicantes. Esos androides de última tecnología con apariencia humana que los hace casi indistinguibles de los hombres, pero cuentan con una fuerza y agilidad superior e inteligencia variable según el modelo. Le película fue dirigida por Ridley Scott, teniendo como protagonista principal a Harrison Ford. Memorable, impresionante y emotivo es el monólogo final de Rutger Hauer. La banda sonora de Vangelis es de las que no se olvidan. Tanto Blade Runner como su secuela Blade Runner 2049 de 2017, están basadas en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, publicada por primera vez en 1968. En la obra de Dick se nombra a estas entidades de bioingeniería como 'androides', aunque también 'andys' o 'andrillos' (según la traducción). Diversos autores consideran que los replicantes serían fundamentalmente una alegoría de la humanidad. Y, sí, nos hemos convertido en una especie de replicantes adormecidos. Si los replicantes no llegaban a formular emociones satisfactorias, la humanidad en cambio transita por un camino de difícil retorno hacia un mutismo anímico. Será que los 'replicantes' de nuestro tiempo no son otra cosa que personas absortas por la inmediatez de la tecnología, el consumismo y la imperiosa necesidad de recompensas instantáneas (bagatelas sin verdadera trascendencia), el exaltado borreguismo, y la pusilanimidad.
En un parecido contexto de Blade Runner podríamos situar El hombre duplicado, de José Saramago. ¿Qué sucede cuando Tertuliano Máximo Afonso descubre a los treinta y ocho años que en su ciudad vive un individuo que es su copia exacta y con el que no le une ningún vínculo de sangre? Ése es el interrogante que Saramago presenta en esta obra publicada en 2002. ¿Cómo saber quiénes somos? ¿En qué consiste la identidad? ¿Qué nos define como personas individuales y únicas? ¿Podemos asumir que nuestra voz, nuestros rasgos, hasta la mínima marca distintiva, se repitan en otra persona? ¿Se trasmuta nuestro ser en otro? En fin, si no han visto Blade Runner, véanla, merece la pena. El trasfondo da mucho de sí y deja muchas interrogantes. Personalmente no me sumo a la conclusión de la película. Me parece un final triste para la humanidad el hecho de que haya que recurrir a seres transhumanos para recuperar lo humano ¿Está la humanidad abocada al fracaso, a la desesperanza? Porque vivimos sin vivir, en constante endeblez, como cántaros que por fuera se ven perfectos pero que son muy frágiles en cuanto los llenamos de agua y los sometamos a presión. Prefiero pensar que de alguna manera, en algún momento, recuperemos la razón y la conciencia, sepamos decir basta a esa impostura que nos desconecta de la conciencia, del verdadero conocimiento, y de los grandes valores que conforman la plenitud humana. Es en esa apertura infinita del corazón humano a la trascendencia donde se encuentra nuestra verdadera libertad y un futuro con luz. No podemos seguir desfuturizando el futuro. Podemos aspirar a nuestra mismidad, a ser individuos, irrepetibles, podemos aspirar a una vida más plena si nos quitamos las anteojeras de replicantes y buscamos unas dimensiones para nuestra existencia que ahora nos son desconocidas, o negadas.
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